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Raúl, especie protegida

Los teóricos del fútbol, es decir, todos los aficionados, buscan urgentemente modelos que permitan clasificar a Raúl, el último lince que Jorge Valdano ha sacado de la chistera de Ramón Martínez. ¿Es punta o mediapunta? ¿Tiene el mismo aire suburbano que aquel primer Butragueño narigón, orejudo, cuellicorto y bracilargo? ¿Es un Rafa Gordillo escapado del carril izquierdo y virado a sepia? ¿Es el zurdo venenoso y destartalado que siempre mata a los porteros a traición? ¿Es el ejecutor por encargo de toda la vida? ¿O quizá pertenece a una singular promoción de futbolistas de la Europa meridional que, curados los complejos, ha decidido pintar la cara a ésos sudorosos y tozudos jugadores del norte?Para empezar, hay sobre él una primera definición abstracta: está claro que representa la última frase en el guión del fútbol. Una sola mirada basta para decidir que este niño de calcio no está hecho de líneas, sino de ángulos, y que ha nacido para decir gol, amén, se acabó, entrega las armas, quedas detenido, jaque mate, ríndete. En su equívoca fragilidad, es capaz de camuflarse entre líneas, encarar al libre, meter un caño, tirar al rincón, y murmurarle al guardameta sin rencor: "La cagaste, forastero".

En general hay dos tipos de goleadores, el de los hipertensos y el de los hipotensos. Estarían representados, respectivamente, por Iván Zamorano y Romario de Souza. Los primeros padecen una fuerte inquietud emocional, rematan por un solo centímetro en el último instante, y viven prisioneros del azar y la taquicardia. Los segundos parecen actuar sin prisa, sufren un principio de congelación, y reservan para el último acto, el acto de disparar, un punto de serenidad desde el cual pueden descomponer la acción y elegir exactamente el fotograma del gol.

Raúl está a mitad de camino entre los hombres de fuego y los hombres de hielo. Su puesta en acción es un estallido de gotas y vértebras, pero en la boca de gol consigue que los vértices de su figura vuelvan a su sitio, y entonces se convierte en un delantero triangular: carga, apunta y fusila.

Dicen sus biógrafos que Rubén Cano le comparaba con Maradona. Para entender sus secretos es más útil, sin embargo, recordar lo que, entre confuso y resignado, el central argentino Roberto Perfumo dijo un día de Pelé: "Ché, este tipo es capaz de hacerte la fácil, la difícil y la imposible".

Como el pequeño Raúl, aquel tipo mataba sin pestañear.

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