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' Jazmadrid

Ángel S. Harguindey

Con la banda de los hermanos Brecker sonará hoy, jueves 27 de octubre, el pistoletazo de salida del XV Festival de Jazz de Madrid. No es nada trascendental, pero permitirá a los ciudadanos que lo deseen olvidarse durante un par de horas del agobio cotidiano. Es decir, y pese a lo dicho, es trascendental.Piense que la jornada habitual del madrileño suele comenzar con una dura prueba: enfrentarse al trago de desayunar con una tertulia radiofónica como compañera de viaje hacia el inminente fin del mundo. Si lo supera podrá gozar de esos largos minutos de reflexión que el Ayuntamiento de Madrid tiene a bien ofrecer de forma desinteresada y modesta, que es como hay que ofrecer los pequeños placeres. Parecen atascos provocados por las interminables obras que hay en todas las calles y plazas de la localidad, pero en realidad son las sutiles condiciones objetivas municipales, que buscan y procuran el recogimiento íntimo.

Llegados a este punto es necesario tener algo en que creer, por ejemplo en el concierto de Marisa Monte del 3 de noviembre, la brillante revelación de la canción brasileña: dulzura, clase y gusto. Todo lo contrario que la catedral de la Almudena, sin duda una de las mayores agresiones estéticas. Puede ser que lo que le produzca dolor de cabeza sea la remodelación de la plaza de Oriente, lo que es comprensible: no se olvide de Arturo Sandoval -puro sabor antillano pasado por Manhattan en su trompeta- Actúa el 5 de noviembre.

Si el atasco del tráfico lo motiva el traslado de cualquiera de las esculturas de Bótero, ¡le ha tocado la lotería de la meditación! Tiene tiempo hasta para comprender que existen iluminados que consideran que el problema de España es que no tiene una monarquía presidencialista. Es el momento de dejarse llevar por un violinista octogenario que demuestra la energía que puede desarrollar quien disfruta con su arte y oficio. Se llama Stephanne Grappelli, actúa el 7 de noviembre y no pretende resolver ningún gran problema, simplemente deleitar al respetable.

Ya por la tarde las opciones son varias: escuchara Sardá, Otero o Encarna, sortear algún yonqui que le pide dinero en una plaza recoleta, comentar la última barbaridad ole Gil y Gil desde el jakuzz¡ de Marbella o adentrarse por Desengaño con la misma decisión que Indiana Jones corría por la jungla.

i desea olvidar un rato tanta intensidad vital, no dude en asistir al concierto de Bill Evans (8 de noviembre), un saxofonista de lujo que ha incorporado el rap a su repertorio.El agobio madrileño alcanza su plenitud en el anochecer: la mayoría de la población se prepara en su salón comedor para contemplar un reality,show en el que dos hermanas se reencuentran tras 55 años de total ignorancia la una de la otra, o en el que un bombero que trabaja en Alaska le pide perdón a la joven con la que se desposó tras haberla preñado para, poco después, escoger tan exótico destino.

El resto de la ciudadanía procura olvidar su desesperanza -sobre todo la que le provocó el saber que el problema de España es el ya citado de la ausencia de una monarquía presidencialista- ahogándola en alcohol, juego o mujeres. Entonces es cuando puede invitar a su dama a escuchar a Roy Rogers y los Delta Rhytm Kings (19 de noviembre). Un par de datos le situarán al guitarrista: cuatro años con la banda de John Lee Hooker, del que produjo -sus tres últimos discos; intérprete de la banda sonora de Hot spot, el filme de Dennis Hooper y compañero esporádico de Miles Davis, Carlos Santana, B. B. King o Bonnie Raitt, entre otros. Sábado 19.

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Ya en la madrugada, y si se encuentra de golpe con la estatua homenaje a la de los nardos con bata de cola en la esquina de Gran Vía y Alcalá, lo mejor que puede hacer es sacarse la entrada para el concierto de Manu Dibango, el 25 de noviembre. Una vez más, la música -en este caso la africana de postín- le habra salvado la vida Disfrútela

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