Israel y Jordania fírman la paz en el desierto de Arava y ponen fin a 46 años de estado de guerra
JUAN CARLOS GUMUCIO Israel y Jordania desteríaio n ayer para siempre la guerra y se comprometieron a transformar sus fronteras en el desierto en ejemplos de amistad, buena vecindad y prosperidad para las generaciones futuras. La firma del tratado de paz en un puesto fronterizo del desierto de Arava, cerca de las orillas del mar Rojo, y ante dignatarios de numerosos países, incluido el presidente estadounidense, Bill Clinton, y el ministro español de Exteriores, Javier Solana, puso formal y definitivamente fin al estado de guerra que durante 46 años sumió a jordanos e israelíes en un largo periodo de enemistad y desconfianza.
Los vecinos del río Jordán se dieron la mano y sus primeros ministros estamparon sus firmas ante una multitud emocionada de 5.000 personas bajo el sol de una jornada ventosa que vió el advenimiento de una nueva era en Oriente Próximo."No más muerte, no más miedo, no más miseria, no más sospecha, no más incertidumbre", proclamó el rey Hussein de Jordania en un discurso improvisado, pero que recogió elocuentemente las intenciones de su reino y del Estado hebreo. "Todos los hijos de Abraham recordaremos este día como el alba de una nueva era de paz", agregó el monarca al iniciar la ceremonia de 95 minutos que mantuvo a más de 2.000 policías y agentes secretos en estado de alerta ante las amenazas del resurgimiento de grupos extremistas en la región y las tensiones creadas por nuevos ataques con cohetes de parte de la, guerrilla musulmana libanesa contra el norte de Israel.
Fue un acto lleno de simbolismo en el que todos los oradores, además del rey, el primer ministro israelí, Isaac Rabin, su ministro de Exteriores, Simón Peres y Clinton se inspiraron en el árido paisaje color cobalto para invocar diferencias del pasado con el futuro. "Desde este podio miro alrededor y veo el desierto de Arava. En el horizonte, del lado jordano y del lado israelí sólo veo el árido desierto. No hay agua, ni un solo pozo, ni un manantial, sólo campos minados", declaró Rabin con una voz cargada de emoción. "Ni una sola hoja verde, ni un solo árbol, ni una simple flor". "Debemos despejar los campos minados que nos han dividido durante tanto tiempo y reemplazarlos por campos de abundancia", dijo. Más tarde, Peres tuvo una frase igualmente poética. "Soñemos juntos. Tenemos licencia", dijo.
Sentado en el centro de la hilera de líderes israelíes y jorda, nos (no acudió ningún dirigente palestino),.Clinton escuchó con gesto grave cada uno de -los discursos, llevándose ocasionalmente la mano derecha a los ojos hasta que un asistente le alcanzó las gafas de sol y más tarde gotas oftalmológicas. El presidente norteamericano estaba evidentemente molesto por la arena, el sol y la fatiga del largo viaje desde Washington vía El Cairo.
Rompemos con las cadenas del pasado que durante tanto tiempo os han mantenido aprisionados en la sombras de las luchas y los sufrimientos", declaró con aplomo Clinton en el preámbulo de un.discurso dedicado a la voluntad de paz y reconciliación que transcurre por Oriente Próximo después de tantos años de odio y violencia. El presidente estadounidense tuvo palabras de particular homenaje a Rabin ("...soldado de toda la vida que ha ganado su más grande victoria...") y al rey Hussein ("...que ha cumplido con el legado de paz de su padre, el rey Abdalá..."). "A los pueblos de Israel y de Jordania les digo: Ahora debéis transformar esta paz en realidad, convertir la tierra dé nadie en el hogar de todos. Es la hora de quitar las alambradas de púas, las minas mortales, de ayudar a que cicatricen las heridas de la guerra. ¡Abrid vuestras fronteras! ¡Abrid vuestros corazones!", declaró. "La paz es más que un simple pedazo de papel. Es devoción", añadió,
El pacto entró en vigor a las 14.30 hora local, el momento en que Peres y el primer ministro Jordano, Abdul Salam al Mayali, estamparon sus firmas en el tratado contenido en cuatro gruesas carpetas forradas en cuero verde y azul, y en los juegos de mapas que funcionarios del ceremonial tuvieron que sostener con firmeza a causa del viento.
Diez mil globos con los colores de las banderas de Israel y de Jordanla volaron sobre las cabezas de los dignatarios y desaparecieron en dirección al cercano golfo de Aqaba mientras Clinton; su-mujer, Hillary, y su cortejo partían hacia Aminán.
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