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"La dificultad de cumplir una norma propicia corruptelas"

"Una mano por el cielo y otra por el suelo". Es una expresión que los políticos suelen utilizar para caricaturizar a quien pretende abarcar lo inabarcable, y ofrecer más de lo que puede dar. Pero es también una buena imagen para resumir una de las contradicciones de los españoles: la exigencia de definir lo legítimo, y la ineficiencia para cumplirlo. El germen de las corruptelas. Porque las normas ambiguas o difíciles de cumplir, o cuya transgresión es castigada de forma, desproporcionada acaban por ser burladas, en medio de una tolerancia general. Esa es una de la tesis del catedrático de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Madrid, José Miguel Fernández-Dols, especializado en la investigación de los mecanismos de la corrupción.Empezó a especializarse en esa materia por el desconcierto que siempre le había producido el arraigo del amiguismo en España. Se resistía a admitir que los latinos sean, por naturaleza, más proclives a las corruptelas que los anglosajones. Y decidió investigar qué factores psicosociales se esconden tras la corrupción.

Una de sus conclusiones ha sido que hay "normas perversas", normas que reflejan un ideal que en la práctica resulta difícil de cumplir y, de hecho, acaba siendo soslayado. Y cuan do muchas personas incumplen la norma, casi todas acaban siendo totalmente tolerantes con esa trasgresión. El ejemplo más claro, según Fernández-Dols, es el incumplimiento del límite de velocidad para los automóviles. La inmensa mayoría de los conductores, según muestran estudios realizados, son indulgentes con esa infracción, mientras que no lo son con otras. El problema de origen consiste a juicio de algunos expertos en que los coches pueden alcanzar velocidades muy superiores a los límites esta blecidos para la circulación. Para este catedrático de Psicología Social, Ia corrupción económica es favorecida por la proclividad hispana a cierto idealismo, consiste en una mayor preocupación por la legitimidad de las normas que por su pragmatismo, al contrario que los anglosajones. A ello se une la falta de tradición empresarial. "El pelotazo de hoy es el equivalente al éxito del llamado en España hombre de negocios, que no empresario. En nuestro país se ha entendido como negocio el obtener una rentabilidad del 30% cuando en otros países un empresario auténtico considera rentable y justo un beneficio del 10%, por ejemplo", relata José Miguel Fernández Dols.

La falta de eficacia de muchos empresarios para aceptar unos márgenes de beneficio más modestos y a la vez disponer de recursos para pagar sus impuestos les lleva al fraude. En un plano más académico, Fernández-Dols sostiene que Ias graves dificultades para cumplir ciertas normas lleva a la búsqueda del subterfugio para llegar al otro lado del listón sin haberlo saltado, lleva a la corruptela". Es el momento en el que aparecen, por ejemplo, los Juan Guerra.

El caso del ex banquero Mario Conde es diferente. Según Fernández Dols, el ex presidente de Banesto y Javier de la Rosa "son los que hacen mejor lo que practican muchos empresarios. Hoy hablar de dinero negro en las empresas es más frecuente que hablar de letras de cambio".

Pero advierte a la vez contra la tentación de convertir en demonios a ese tipo de personajes. "Cualquier persona puede convertirse en un tipo listo de ese estilo. Lo hemos comprobado en pruebas con estudiantes que no tenían una personalidad proclive a la corrupción. Cuando tenían delante una norma de difícil cumplimiento y podían favorecer, con su actuación, a un amigo lo hacían, mientras que no lo hacían cuando el cumplimiento de la norma era asequible".

Fernández Dols asegura que la experiencia política y pedagógica demuestra que no por aumentar continuamente las medidas anticorrupción, especialmente mediante sanciones, se garantiza mejor el respeto a las normas. "Es más importante", concluye, que quienes tienen algún tipo de liderazgo lo ejerzan de una manera ejemplar".

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