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SÉPTIMA JORNADA DE LIGA

El Deportivo camina con solidez

El Atlético se adelantó, pero Kostadinov contestó con un gol sensacional

Santiago Segurola

El Deportivo salió beneficiado de un partido con poco estilo y mucho vigor, ideal para el equipo gallego, que encontró en Kostadinov la llave que le había fallado en el primer tiempo. El búlgaro entró, por Salinas y obligó a las comparaciones. Su primera intervención fue un prodigio de gol la clase de remate que invita a pensar en la presencia de un delantero explosivo. El Atlético, que había sacado provecho de una jugada confusa para cobrar ventaja, se encontró con pocas armas para desbaratar el entramado del Deportivo, un conjunto notablé por su solidez, paciencia y sentido táctico, pero un punto de por debajo de los equipos que producen admiración.El juego discurrió entre tirones. Ningún equipo tuvo el liderazgo con la pelota. Este reparto de poderes se debió más que nada a la ausencia de algún jugador con vocación de caudillo. Fran, que tuvo momentos exquisitos, perdió gas. en varias fases del encuentro; Caminero tuvo una aparición muy airosa, pero se encontró fuera de sitio tras la lesión de Simeone; De la Sagra fue un juvenil en el sentido más estricto: Claudio se retrasó unos metros y le cortó todas las salidas. En estas condiciones, el partido bailó de un lado a otro, libre para el primero que aprovechara su momento.

El Atlético llegó al gol primero, una ventaja que parecía decisiva en esta clase de partidos. No lo fue porque Kostadinov contestó con toda su alma en su primera intervención. El tanto del Atlético tuvo el aspecto desordenado que pedía el juego en la primera parte. Un, despeje mal medido por Paco golpeó. en Valencia, que se llevó el balón y lo cruzó frente a Canales. El error de Paco también fue lógico. En una defensa que gasta fama de invulnerable, Paco salió tocado por sus numerosas imprecisiones.

El empate del Deportivo estuvo justificado. Sin grandes excesos, asomó al partido después de los problemas iniciales y dio la sensación contar con los recursos suficientes para llevarse la victoria. Sin grandeza pero con su habitual seguridad, el Deportivo tenía más armas que el Atlético. La fuerza del conocimiento le permite jugar de memoria. Es un equipo sensato y resistente. Le falta vuelo, pero su aspecto es el de los conjuntos cancheros, de los que sobreviven a cualquier adversidad. El gol del Atlético no fue suficiente para derribarle.

Kostadinov sustituyó a Salinas y el Deportivo tomó cuerpo. Salinas confirmó en el Manzanares iodo lo que se sabe de este delantero singular. Mediado el primer tiempo, tuvo la ocasión que sueña cualquier futbolista. Geli perdió los papeles en, un despieje y dejó el balón a Frán, que le dejó tirado con una facilidad extraordinaria. El pase a Julio Salinas era gol por aclamación. Alguno se dirigió al centro del campo, sin mirar la jugada y sin reparar en el protagonista. Era un remate sencillo, pero Salinas golpeó al balón con la izquierda, un tiro indolente que sacó Diego. Volvió el rechace, igual de sencillo, pero esta. vez Iván Rocha despejó en la raya, Cuando se juega con Salinas, se viven con estas cosas.

La presentación de Kostadinov fue tremenda. Convirtió un pase complicado de Djukic en un remate formidable. Enganchó la volea y la pelota salió atronadora hacia el travesaño. El rechace volvió al búlgaro, que marcó ante la estupefacción de la hinchada local.

El partido volvió donde estaba. Se iba de un área a. otra, pero sin demasiado sentido. Naturalmente hubo espacio para alguna jugada espectacular. Kostadinov estuvo a punto de dar la victoria al Deportivo en un tiro cruzado que interceptó Diego con habilidad y buena colocación. Pero en líneas generales el Deportivo estaba conservador. Echaba cuentas y el empate le venía bien. Al Atlético le venía mal, pero no estaba para excesos. Caminero quisó echarse a la espalda el equipo y se lanzó en un par de cabalgadas de la firma. Una de ellas contagió a toda la delantera: la combinación fue perfecta y también lo fue el gesto de Kiko, que dejó pasar la pelota para Pirri, que llegaba solo. El interior se cargó de remate en lugar de elegir palo, y el balonazo salió fuera. Un remate sin clase, como ordenaba un partido que no tuvo estilo.

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