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Un color: azul

Una noticia en estas mismas páginas informa de que pronto va a desaparecer la guía azul de Telefónica, esos dos tomos que contienen las calles de Madrid por orden alfabético y, en cada dirección, los apellidos de los abonados y sus números de teléfono. Leemos que este listín, casi único en el mundo, "apenas, encontró acogida entre los abonados" y que está "considerado como un disparate comercial por la ausencia de mercado". En cambio, las páginas amarillas que sí dan dinero, y mucho, se van a potenciar. o sea, "Poderoso caballero...".Antes de que sea tarde, queremos manifestar que esta medida nos parece equivocada: la guía azul no sólo es muy útil sino que en algunos casos cumple una marcada función social. Por ejemplo, es una herramienta de trabajo esencial para los periodistas. ,¿Cuántos plumillas madrileños no la han utilizado durante sus vidas profesionales? Sin ir más lejos, hace poco mi arriesgado oficio de periodista de investigación me obligó a atrapar a un tal García, subsecretario en un ministerio, a quien sospechaba corrupto. Sabía que vivía en la calle de los Aprendices pero no en qué número.

Menos mal que tenía la guía azul. Aparte de aprender que dicha vía empieza en la calle de Peones y termina en la de Aparejadores, que pertenece al distrito postal 28037, y que es fácilmente localizable en el cuadro 121-211 de un plano municipal, pude averiguar que un tal "García, A." residía en el número 17. Allí estacioné mi coche y pude presenciar cómo -¡en el mismo portal! - García recibía dinero de un conocido mafioso. Les fotografié y, gracias a un aparato especial que tengo, incluso grabé su conversación. Ahora cumplen penas de 110 años en Alcalá-Meco.

O este otro ejemplo, más prosaico pero no por eso menos significativo. Resulta que mi actual esposa, a quien le sobra algún kilo, deseaba acudir a un gimnasio en Carabanchel Alto cuya publicidad había escuchado por radio. Pero como hablan tan deprisa en esos anuncios, no pudo apuntar el nombre del establecimiento ni el teléfono. Sólo se acordaba de la dirección: plaza de la Rendición de Breda, 3. Consultamos la guía azul, pero no figuraba ningún gimnasio en ese inmueble. Entonces ella llamó por teléfono a otro número del edificio, cogido al azar.

"¡Oiga!", dijo muy alto, con ese vozarrón autoritario que me encanta. "¿Me puede decir qué teléfono tiene el gimnasio?"

"Pues no sé", contestó un hombre muy amablemente, "pero si usted quiere, puedo bajar y preguntarles, y luego me vuelve a llamar".

Eso fue hace un mes, y aunque la pobre todavía no se ha quitado ningún kilo, sí ha hecho unas buenas amigas en el gimnasio, cosa que no hubiera ocurrido de no existir esta guía tan especial. Es más: yo diría que si Madrid es una ciudad mucho más amable que Nueva York o París, por ejemplo, puede deberse precisamente a que sólo nosotros tenemos estas páginas azules y podemos utilizarlas en estas situaciones.

Ahora bien, Telefónica afirma que toda esta información de las calles "dejará el soporte papel para ser adaptada a otro óptico, del tipo CD-ROM" y que "el servicio telefónico de 003 mantendrá la información a los usuarios sobre tal clasificación". ¿Pero todos esos datos que necesitas te los va a leer una operadora por teléfono? Yo creo que no. El resultado será que criminales evadirán la justicia y mujeres gordas no tendrán amigas nuevas.Con todo esto no quiero decir que sean inútiles las páginas amarillas. Al revés: hasta sirven para propagar la especie humana, a juzgar por la experiencia de un amigo mío, Oswaldo. Resulta que Oswaldo salía de un bar céntrico cuando, sin mediar palabra, un hombre le asestó una puñalada y se dio a la fuga, una ocurrencia inexplicable pero, desgraciadamente, no desconocida, en nuestra ciudad. Oswaldo se cayó a la acera y empezó a sangrar abundantemente.

"¿Le puedo ayudar?", indagó angustiado el dueño del bar.

"¡Sí!", contestó el herido. "¡Por favor, llame inmediatamente a una ambulancia!".

"¿Y qué número de teléfono tienen?", preguntó el del bar.

"¡Yo qué sé!", contestó Oswaldo, que sentía cómo iba perdiendo fuerzas. "¡Mire en las páginas amarillas!". Mientras tanto, se había formado un corro de curiosos, como suele ocurrir en estos casos.

Se pidió una ambulancia, pero tardó tanto en acudir que Oswaldo se desesperó, convencido de estar a punto de fallecer. Y además sin descendencia, que desde hace años es una obsesión suya. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de llamar a un banco de semen para que le extrajeran en el acto una muestra de dicho líquido que, tras su muerte, podría ser utilizado para fertilizar a su esposa; tenía entendido que hay más garantías si el semen es recogido en vida del donante. Antes de que el dueño del bar pudiera preguntar en dónde se puede saber el número de teléfono dé dicho servicio, Oswaldo, casi histérico, gritó: "¡En las páginas amarillas! Bueno, para abreviar, Oswaldo no solo sobrevivió sino que ahora es el feliz padre de una bellísima criatura a la que han puesto el nombre de Yolanda.

¿Y cómo es que el dueño del bar pudo localizar con tanta rapidez un banco de semen en las páginas amarillas si no existe tal apartado? Pues muy fácil: consultó el primer tomo (A-K) de la edición de 199394, en el apartado Bancos, aquel donde figuran el Banesto, Bilbao-Vizcaya, Santander, etcétera. En la página 301 hay un pequeño anuncio para este banco tan especial, que está situado en el número 11 de la avenida del Valle, Madrid 28003, teléfonos 534 63 34, 534 60 78, 316 87 18. El anuncio aparece entre Citibank (José O. Gasset, 29; teléfono 538 4100) y Commerzbank Aktiengesellschaft, en el paseo de la Castellana, 141; teléfono 57165 75, como podrá averiguar cualquier lector curioso.

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