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Tribuna:CUMBRE FINANCIERA EN MADRID
Tribuna
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Solidaridad es ternura

Emilio Ontiveros

Al director gerente del Fondo Monetario Internacional no le faltan dotes escénicas ni capacidad para transitar por las turbulentas aguas en que estos días navega la comunidad económica y financiera internacional. Quien la noche del pasado lunes hubiera acudido al Casino de Madrid a la convocatoria de la Cámara de Comercio alemana para escuchar al presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer, habrá apreciado algo más que contraste en los estilos y mensajes de uno y otro.En la pretensión por dar respuesta a tres interrogantes ineludibles que se plantean en estas reuniones coincidentes con el 500 aniversario del nacimiento del Sistema de Bretton Woods, fundamentó Camdessus su intervención inaugural. ¿Siguen teniendo sentido los fines para los que fue creado el FMI? ¿Qué significan hoy para las autoridades económicas nacionales? ¿Qué significan para el futuro del Fondo? Si concretos, además de relevantes, son esos enunciados, no cabe decir otro tanto de las esperadas respuestas.

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El "crecimiento de alta calidad",concepto acuñado por el propio director gerente,sería la primera de las soluciones: un crecimiento viable, generador de aumentos en el empleo, reductor de la pobreza y de las desigualdades distributivas, respetuoso con la libertad humana y la cultura de cada país, y, finalmente, protector del medio ambiente. Para su consecución, las autoridades nacionales habrían de cumplir seis reglas orientadas al aprovechamiento inteligente de la fase de recuperación, que son en realidad una síntesis ordenada de las recomendaciones transcritas en el último World Economic Outlook del Fondo.

El sexto de los mandamientos merece, sin embargo, ser destacado: ¡intensificar la cooperación y la solidaridad! Un amplio paraguas en el que se refugian desde el fomento de la asistencia financiera del Fondo los deseos de colaboración con la institución hermana, el Banco Mundial, y la promoción de la estabilidad del sistema cambiario. Todo ello, sin que se deje apenas entrever el cisma abierto el pasado domingo en el seno del Comité Interino y la particular decepción por el aplazamiento de una nueva asignación de derechos especiales de giro. Un elemento destacable en esa línea de fortalecimiento de la estabilidad cambiaría es el aliento que se propone otorgar Michel Camdessus a la liberalización de la cuenta de capital. En el convenio constitutivo del Fondo Monetario Internacional no aparece más objetivo que la eliminación de las restricciones a las transacciones por cuenta corriente, previéndose incluso el mantenimiento o la introducción de las restricciones en las transacciones de la balanza por cuenta de capitales cuando las circunstancias -la posición de reservas- lo aconsejen. Cuando todavía quedan un buen número de países con obstáculos sobre operaciones de cuenta corriente, la significación de esta referencia llenará de satisfacción a un buen número de expertos y funcionarios del Fondo. De concretarse, obligará necesariamente a la creación de un servicio de financiación a muy corto plazo con el fin de garantizar la protección de las reservas.

Camdessus ha superado ese difícil trance en el que el Grupo de los Siete y luego el Comité Interino del Fondo le habían puesto el fin de semana. Tuvo ocasión para dedicar dos líneas de su discurso a la necesidad de aproximarse al objetivo del 0,7% establecido por las Naciones Unidas para Ayuda Oficial al Desarrollo por los países industrializados y recoger de la calle ese eslogan -"solidaridad es la ternura de los pueblos"- con que despedía su intervención. El secretario del Tesoro americano, Lloyd Bentsen, se levantaba sonriente de su asiento mientras el presidente del Banco Mundial, Lewis Preston, se disponía a tomar la palabra.

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