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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dilema bosnio

¿QUÉ VA a ocurrir en los próximos seis meses en Bosnia? La respuesta a esta pregunta puede tener graves repercusiones sobre la política europea. Tanto Clinton como el presidente de Bosnia, Izetbegovic, han aceptado posponer durante ese plazo el levantamiento del embargo de armas al Gobierno bosnio. Bosnia ha hecho esa concesión ante la amenaza de París, Londres y Madrid de retirar en tal caso a sus cascos azules de la región. Pero es, ante todo, un favor al presidente Clinton, que se había comprometido a levantar el embargo en una más de las trampas políticas que se tiende a sí mismo. A Izetbegovic no le cuesta mucho. Por un lado, recibe armas gracias a la alianza que, mal que bien, sigue vigente con Croacia y deja abierto su acceso al mar Adriático. Por el otro, evita una previsible ofensiva serbia cuyo objetivo sería impedir que los bosnios tuvieran tiempo de sacar provecho al fin del embargo.Varios Estados miembros de la OTAN preconizan ya una actitud mucho más Firme para responder a las constantes violaciones de los compromisos por parte de los serbios de Bosnia. Pero ante las demandas de firmeza surgen inmediatas reservas francesas y británicas (y también españolas) expresando el temor de que los serbios puedan responder creando una situación insostenible a los soldados europeos que cumplen misiones de las Naciones Unidas. Resulta cada vez más evidente que sin una acción firme de la OTAN no habrá salida del actual atolladero. Y la credibilidad de la Alianza Atlántica está sufriendo al sumirse en la misma indecisión crónica de la ONU.

Confiar en que Belgrado va a hacer entrar en razón a los serbios de Pale es una ilusión. O peor aún, puede ser una ficción. Como lo es que su embargo a los hermanos de Bosnia sea real. A Karadzic le siguen llegando suministros desde Serbia. Pale (y sin duda Belgrado) espera que EE UU y Europa ofrezcan unas propuestas mejores que las que ha rechazado. Por experiencia, no es improbable que lo logren. Y sin embargo, sin el restablecimiento de la credibilidad de la OTAN y de la voluntad de la ONU de imponer sus decisiones no habrá paz en los Balcanes.

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