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Los termómetros han roto este verano las marcas del siglo en algunas zonas

INMACULADA G. MARDONES. Aunque ahora llueve a rabiar en la costa mediterránea, el año hidrológico que acaba deja una estela de 35 muertos. Los últimos, en Daroca (Zaragoza), cuatro militares rusos y su traductora, hispanorusa, al caer el helicóptero en el que viajaban. Además hay pérdidas enormes en la agricultura y una extensión de bosques incendiados equiparable a la provincia de Álava. Un ciclo tan largo de sequía como el que padece España desde 1991 es la primera vez que discurre sin traumas políticos.

El año hidrológico comprendido entre septiembre de 1993 y octubre de 1994 que ahora se despide es el *cuarto consecutivo de sequía en media España, la situada al este de una línea imaginaria que iría desde Gerona hasta la desembocadura del Guadiana, en Huelva.Las lluvias del otoño y de la primavera no alcanzaron los índices normales (salvo en Madrid), y al llegar el verano, una ola de calor como no se recordaba hacía décadas arrasó la Península. Aragón, La Mancha, Levante y buena parte de Andalucía han registrado tres grados centígrados sobre lo normal en julio y agosto.

Varias ciudades han superado sus marcas del siglo. En julio, Murcia (46,1 grados), Málaga (44) y Alicante (41,4) superaron con creces los 40 a la sombra, pese a ser ciudades próximas a la costa. En agosto, el récord del siglo lo batió Valencia, al alcanzar 42,5º.Nadie se atreve a endosar a estas altas temperaturas la culpa de los incendios. En lo que va de año y hasta el 4 de septiembre, 5.792 siniestros han arrasado 365.971 hectáreas de árboles, cinco veces más que el año anterior y el equivalente a toda la superficie de la provincia de Álava, según datos del Icona.

Los incendios no sólo han quemado las tierras, se han cobrado la vida de 35 personas desde el 4 de julio; 14 de ellas en la Comunidad Valenciana. Millares, un pueblo de 700 habitantes del interior, donde han muerto nueve de sus vecinos, no se ha recuperado del choque provocado por un incendio desencadenado por una tormenta seca el 4 de julio.

El médico de guardia, Francisco Ucedo Catalá, de 38 años, no ha cesado desde entonces de administrar tranquilizantes a la población, mayoritariamente adulta desde la quiebra de la fábrica Lois. Millares vive relativamente aislada en el interior montañoso de Valencia y a 60 kilómetros de los modernos ejes de comunicaciones. Ucedo Catalá afirma que desde el incendio de julio en Millares han fallecido 27 personas; la tragedia ha dejado una secuela atroz en la población. Desde julio hasta hoy el índice de mortalidad del pueblo, que era del 1 por 10.000, ha pasado a ser del 3,4%.

Es una población tan pequeña que la desaparición de nueve personas en circunstancias tan dramáticas como las del incendio dejó un impacto tremendo. Hay que tener en cuenta que todos tenían algún familiar involucrado en la terrible tragedia", dice el médico de Millares.

Las pérdidas en la agricultura no están cuantificadas todavía. Los regantes de Murcia, Comunidad Valenciana y Andalucía que no han dispuesto de agua para regar redondean el descalabro económico en medio billón de pesetas. La estampida de los precios lo dice todo. Han subido los cereales, el vino -se ha disparado de 20 a 47 pesetas el litro-, la remolacha, el arroz, el aceite de oliva y el de girasol.

Los sistemas de abastecimiento de agua para las poblaciones de la costa y algunas del interior de Andalucía se sitúan en los mínimos históricos. La Junta ha convocado. para hoy una mesa de la sequía para tomar medidas urgentes, Es probable que el millón de residentes de la bahía de Cádiz tenga que aumentar las restricciones que padece desde hace más de un año, informa Raúl Limón.

Todas las poblaciones de la Costa del Sol van a tener que entrar en cuarentena en los próximos días. Y la propia capital sevillana está en un tris de alcanzar los bajos índices de reserva del año pasado, cuando se vio forzada a tomar agua directamente del río Guadalquivir.

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