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FÚTBOL INTERNACIONAL

El calvario de Jupp

Heynckes no brilla en el Eintracht como lo hizo en el Athletic

Hubo consternación en San Mamés cuando confirmó hace pocos meses que abandonaba el Athletic para volver a su Alemania natal y tomar el mando de una de las potencias deportivas y económicas de la Bundesliga. Pero a Jupp Heynckes le cuesta colocar correctamente las primeras piedras de su nueva obra en el Eintracht Francfort.El técnico alemán no se fue llorando del Athletic, pero ya lo añora. Proclamó con frialdad que en San Mamés ya había topado con el techo de sus posibilidades. La obra, muy elogiada, entre otros, por su amigo Johan Cruyff, quedó en un octavo puesto en 1993 y en quinto en 1994, convertido en pasaporte europeo por la mala puntería del Celta en la tanda de penaltis que decidió la final de la Copa del Rey ante el Zaragoza.

En el Eintracht, un club renombrado por su vocación ofensiva y que en las cinco últimas temporadas no ha bajado del quinto puesto, todo iba a ser distinto. Además, la Bundesliga ha tenido unos comienzos alegres que parecen cuadrar con los parámetros del Eintracht. Hasta ahora ha mantenido un promedio superior a los 30 goles por jornada y 3,39 por partido.

Pero, contra todo pronóstico, la contribución del Eintracht de Heynckes ha sido la de respetar los promedios a base de permitir que los rivales le goleen. En el primer mes del campeonato sus éxitos se redujeron en una aislada goleada por 4-1 al Borussia Dortmund. En los seis partidos restantes, ha marcado dos goles y, a pesar del fichaje del portero internacional Andreas Köpke, ha encajado 12. Cinco puntos en siete partidos sitúan el Francfort a seis puntos del Borussia Dortmund y del Werder Bremen, que ha disputado un partido menos. Mientras, ha sido apeado de la Copa por un equipo de Segunda.

Si Heynckes esperaba llegar, ver y vencer, ha sufrido un tremendo desengaño en un Francfort que le está resultando indigesto. Se propuso implantar un sistema parecido al de su amigo Cruyff, pero con unos componentes de fabricación muy distintos. Los resultados no han satisfecho a sus empleados y queda pendiente el veredicto de los accionistas.

Heynckes, tal vez, permitió en Bilbao que la distancia y la nostalgia encubrieran algunas de las realidades del campeonato alemán. Si existiera un fórmula 1 para egoístas, por ejemplo, Michael Schumacher tendría que defender su pole position ante una estampida de futbolistas.

Maurizio Gaudino, el centrocampista fichado al Stuttgart hace un año, ha sido el primero en amotinarse a través de la prensa alemana recriminando a Heynckes por sustituirle con asiduidad y de esta forma demostrar su falta de confianza en sus dotes. El goleador ghanés Anthony Yeboah se queja de un centro del campo numéricamente fuerte pero muy flojo en creatividad. Añora abiertamente a Uwe Bein, traspasado al fútbol japonés, y afirma que ni él ni su veterano cómplice atacante, el polaco Jan Furtok, ven suficientes balones para soñar con marcar goles. Algunos críticos alegan incluso que los jugadores desafinan adrede para perjudicar a un entrenador que, en su opinión, les exige demasiado.

En otras circunstancias, el empate a cero del pasado sábado en el difícil campo del Schalke 04 hubiese sido considerado meritorio. Ahora no.

Heyrickes pide paciencia recordando que sus primeros tiempos en San Mamés tampoco olieron a rosas. Sin embargo, le espera un mes decisivo. Una derrota en la Copa de la UEFA ante el Rapid de Bucarest sería otra sorpresa negativa y en Alemania deberá enfrentarse al Karlsruher, al Bayern de Múnich y al Werder Bremen.

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