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El pupitre y la mesa

Un estudio británico revela que el alumno rinde más si trabaja en asientos aislados

ISABEL FERRER Leicester

Pasadas de moda e incluso criticadas por fomentar el individualismo, las hileras de pupitres han ido desapareciendo de los centros de enseñanza primaria. Las mesas que ocupan su lugar propician, sin duda, la colaboración y el trato social al agrupar a los niños. Pero, ¿facilitan la realización de tareas escolares o, por el contrario, dificultan la concentración del alumno?.. A esta pregunta intenta responder un doble estudio de la universidad británica de Reading. Se trata del análisis más reciente efectuado sobre el grado de atención y dedicación prestadas al trabajo, así como el comportamiento de un grupo de estudiantes de primaria.

Sus autores, Nigel Hastings (departamento del educación y gerencia, Reading) y Joshua Schwieso (departamento de Picología, Bristol), buscaron una escuela que no utilizara ninguno de los dos sistemas arriba mencionados para acomodar a los pupilos. La encontraron en el suburbio de una gran ciudad inglesa que no especifican. Allí las mesas son rectangulares, de dos plazas y están colocadas de forma irregular, una junto a otra, por su lado más corto.

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Para el primero de sus análisis escogieron dos clases de 31 alumnos cada una (chicos y chicas entre 9 y 11 años), en su mayoría blancos y de clase media. Observados durante las lecciones de inglés y matemáticas, que requieren la realización individual de deberes, el rendimiento pasó en una de ellas de un 75% (pupitre), a un 56% (mesa), para subir a un 79% al regresar al pupitre. La otra clase sumó cifras similares aunque la prueba se efectuó a la inversa: mesa-pupitre-mesa.

Cautela

Con el segundo estudio se intentó mejorar el comportamiento de tres alumnos conflictivos. En esta ocasión, el centro estaba situado en un área de clase trabajadora en una gran ciudad. De la observación se desprende que la productividad de los niños problemáticos superó al resto de su clase cuando estaban sentados en pupitres aislados.

Sabedores de la repercusión de sus datos, que serán publicados en 1995 en la revista Educational Research (volumen 37, número 3), Hastings y Schwieso formulan sus conclusiones con cautela. Recuerdan que el grupo, y con él las mesas colectivas, facilita el diálogo y la cooperación y es insustituible para tareas que requieren un intercambio de ideas. "El problema estriba en dejar a un niño de nueve años junto a otros de su edad y asignarle un deber individual, algo muy corriente", señala Nigel. Hastings.

Para este investigador, hay que adecuar la forma de sentarse y la distribución del aula a cada tarea en particular. "Para muchos alumnos, más de los que parece, el grupo es un ámbito difícil. Les distrae. Las escuelas deberían combinar ideas y, sobre todo, ordenar su espacio de acuerdo con sus objetivos pedagógicos".

El grupo

A pesar de su arraigo y extensión dentro y fuera del Reino Unido, Hastings y Schwieso concluyen que la disposición de los alumnos en grupo no tendría que ser la única forma posible de sentarse durante los años de la enseñanza primaria. Ellos creen que tiene también inconvenientes y puede no resultar siempre ideal. Y, si los pupitres están pasados de moda, se puede buscar una mesa que los sustituya y guarde su efectividad para algunas. tareas.

En España, donde comienza a afianzarse él proyecto educativo de la LOGSE, cuyos sustentos pedagógicos se asientan precisamente en la globalización y el trabajo colectivo como herramientas prioritarias frente al aprendizaje individualizado, los docentes e investigadores consultados por este periódico, han encajado con sorpresa los resultados del estudio británico.

¿Qué evaluamos?

"Sorprende este hecho", advierte Juan Antonio Martín, director de la revista Escuela Hoy, y miembro del sindicato de enseñantes STES, "me gustaría saber qué han evaluado exactamente: ¿datos específicos de rendimiento académico?. Porque si fuese así, habría que preguntarse qué importancia conceden estos investigadores a conceptos como socialización o integración, por ejemplo, que, hasta la fecha, ningún planteamiento pedagógico progresista cuestiona como imprescindibles en la educación primaria".

En opinión de Juan Antonio Martín, determinar cuál debe ser la disposición de los alumnos dentro del aula compete a los docentes en función de lo que considere más o menos conveniente para cada actividad. "Desde luego, lo que no me parece admisible es cuestionar en conjunto el modelo participativo y de trabajo en equipo. No sé si es exactamente esto lo que plantean los estudios británicos, pero resulta que en toda Europa la corriente pedagógica dominante es aplicar en la primaria métodos de trabajo en equipo. La LOGSE, sin ir más lejos, potencia la disposición circular dentro del aula. Ahora bien, estoy de acuerdo en que para determinadas tareas se utilice el trabajo individual. Pero muy mal podríamos explicar conceptos como integración, si tuviéramos que volver al pupitre".

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