"Practicaré como entrenador"
J. S. / S.S., "¿Un golpe fuerte?, ya me he llevado muchos". Michel acogió con aparente resignación la decisión táctica de Jorge Valdano. El jugador se mostró "sorprendido" por un hecho al que intentó restar importancia. "El entrenador quiere que la gente vaya rotando, y por eso me lo tomo con tranquilidad". En medio de un enorme revuelo de periodistas -con los portugueses boquiabiertos- el futbolista trató de dar una explicación a su inesperada suplencia: "Esta combinación [en referencia a Luis Enrique como interior derecha], ya la probamos en pretemporada, pero este equipo tiene más y otro día le tocará a otro compañero".
Michel recordó su jubilación anticipada en la selección, que al igual que su banquillo de hoy "son cosas que a los 31 años uno sabe que llegarán en algún momento". "Sólo puedo añadir que estoy fastidiado, fastidiado porque me gustaría jugar este partido. Me conformaré con hacer prácticas como entrenador".
El subteniente de la 'quinta'
El 11 de abril de 1982 una huelga de futbolistas bautizó a Michel en Primera División. El Madrid jugo en Castellón con su equipo juvenil. Ganó 1-2 y Michel, que entonces tenía 19 años, anotó el gol de la victoria de penalti. El centrocampista tuvo que esperar 30 meses para debutar con el primer equipo. Lo hizo en un partido de etiqueta: frente al Barça en el Bernabéu. El Madrid cayó 0-3, pero nadie miró de reojo a aquel emergente futbolista, de cabeza erguida y toque de cristal.
Rápidamente se convirtió en un subteniente de la quinta, que entonces capitaneaba su amigo Butragueño. Su carácter perfeccionista hizo que sus compañeros le apodaran El Agonías. Su apego a la perfección y su carácter extremadamente ambicioso se proyectaron sobre la Copa de Europa. El título continental se convirtió en su máxima obsesión. En Eindhoven, en 1989, el Madrid fue injustamente eliminado y al término del partido Michel zarandeó al árbitro suizo Bruno Galler. La UEFA le sanciono con nueve partidos. El máximo título continental le hizo un nudo en el estómago.
Pero a pesar de los fracasos europeos su cotización internacional se fue agigantando. Michel se sentía infravalorado y al tiempo que demandaba mayor aprecio popular, comunicó al presidente Ramón Mendoza su deseo de abandonar el club. En Italia bebían sus aguas. Varios clubes arrancaron todo su talonario, e incluso el Sampdoria llegó a ofrecer 1.000 millones de pesetas. Pero el jugador se quedó en el carril derecho de Chamartín.
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