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Cuando el silencio habla

3.500 sordos piden con "senas que se les oiga

Antonio Jiménez Barca

Hubo un momento en que uno de los manifestantes se subió a un buzón y, con gestos, comunicó a sus compañeros lo que debían decir: "Sordos" (mano en la oreja) "unidos" (dos eslabones, formados con el pulgar y el índice de cada mano, entrelazados), "jamás" (manos en lo alto de izquierda a derecha) "serán vencidos" (manos extendidas con los pulgares señalando el suelo). La calle entera se llenó de brazos.Unas 3.500 personas sordas venidas de toda España intentaron ayer, con una manifestación, hacerse oír. Representaban a 125.000 sordos profundos del país, según datos de los organizadores de la marcha.

Con gestos dijeron que habitan un mundo difícil y ajeno en donde su teléfono no suena nunca y su telediario se parece demasiado a una película absurda. Con gestos exigieron, entre otras muchas cosas, que su propia lengua de señas sea reconocida oficialmente o que en los aeropuertos y en las estaciones pongan algo más que altavoces. En silencio. Y, sin embargo, nadie callaba. Las manos se disparaban de una consigna a otra,, de una petición a otra. Bastaba que alguien les preguntara algo para que al momento se formara un corro de personas con una necesidad compulsiva y atropellada de contar y pedir: "Que en los colegios de los niños sordos haya profesores que hablen la lengua de gestos, que es la suya", contaba una madre. "Menos marginación", pedía un sordo. "Más subtítulos en la tele", pedía otro. "Me gustaría ser piloto", gesticulaba Miguel Sanz. "Y ya me han dicho que no podré; pero me gustaría ser piloto", insistía, obstinadamente, para al final añadir, con muchísima resignación: "Tendré problemas para encontrar trabajo, cualquier trabajo". Sanz tiene 12 años.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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