El recuerdo de la RDA
La avalancha china en la natación se presentía desde los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde sus mujeres comenzaron a atrapar las primeras grandes victorias. En Roma han confirmado lo que se suponía. Sus nadadoras llegan para adelantarse al futuro. La sangría de récords ha sido de tal calibre que las chinas han traído a la memoria la explosión de las campeonas de la antigua RDA en los Mundiales de Belgrado en 1973. La misma sensación invulnerable, los mismos registros inalcanzables, las mismas sospechas.Franziska Van Alinsick, la alemana que parecía destinada a reinar en el mundillo de la natación, ha optado por rendirse. "Es imposible competir con las chinas. En los próximos meses bajarán de 54 segundos en 100 metros. Yo nunca podré alcanzar ese tiempo". Lo dice la nadadora más dotada de Occidente, la representante más definida del viejo modelo de producción deportivo de la RDA.
Los chinos contestan con datos y números. Ninguna de sus nadadoras ha dado positivo en los controles antidopaje. Hablan de paranoia, de miedo a aceptar la superioridad de China en la natación, de una campaña injustificable por parte de las potencias vencidas: Estados Unidos y Alemania.
Los dirigentes chinos declaran que el secreto del éxito está en la intensidad de los entrenamientos, en la elección de la potencia sobre cualquier otra cualidad de sus nadadores y en planes de prospectiva en las edades infantiles. El discurso es idéntico al efectuado por los directivos de la RDA en los años de esplendor de su natación. Pero el tiempo ha sido cruel con el sistema de la República Democrática de Alemania. Las acusaciones contra su cúpula deportiva han llovido en los últimos tiempos. En muchos casos, las acusaciones más graves han venido de las antiguas campeonas, que hablan de dopaje forzoso, de chantajes y espionajes, de métodos inmundos. Una especie de Mengele gigantesco planea sobre el éxito de la RDA.
Ninguna acusación puede probarse contra la natación. En cualquier caso, conviene atender algunos datos que recuerdan punto por punto a lo sucedido en la RDA. Los resultados del Mundial de Roma obligan a la reflexión. China ha arrasado en la categoría femenina, pero ha pasado desapercibida en la masculina. Las finales de hombres han estado huérfanas de representantes chinos. Resulta extraña esta descoordinación y por eso es necesario vigilar la letra pequeña: una vieja ley del deporte nos recuerda que es mucho más sencillo trabajar con el dopaje en las mujeres que en los hombres.
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