Luís y Mazinho, el trabajo bien hecho
La presión ambiental. Valencia y Sevilla representaron la cara y la cruz de la primera jornada del campeonato. La necesidad del Valencia no sólo era ganar holgadamente, sino convencer a su hinchada que este año son capaces de todo. Esto es mucha presión para el primer partido de Liga en tu propio estadio. El Sevilla tenía la necesidad de no salir derrotado. El empate era bueno para reiniciar su campeonato e ir remontando puestos. El público no les presionaba.El ejemplo. Mazinho jugó ayer más retrasado que en el partido del Calderón. No contaba con la ayuda de Maqueda y tuvo que multiplicarse en labores defensivas. Dio una lección de disciplina y humildad sobre todo a sus compañeros, que en algunas ocasiones no quisieron aceptar la responsabilidad que les correspondía. Todo un campeón del mundo cargó, con orgullo, con el peso de su tarea y la de los demás. Su desgaste lo sufrió el equipo en sus propias carnes y no pudo contar con el brasileño en labores organizativas. La circulación del balón de los valencianistas no tuvo ni fluidez ni ideas.
Conocimiento del rival. Luis Aragonés conoce bien a los equipos españoles, pero sobre todo sabe de las condiciones técnicas de casi todos los jugadores que los componen. Ayes dispuso a su equipo de forma que obligaban al Valencia a colocar como organizador de su ataque a Juan Carlos, seguramente el componente menos dotado para esa labor entre los 11 elegidos por Parreira. El lateral no inquietó nunca por su banda, pero sí sufrió bastante con las incursiones de Soler y Moya. El técnico sevillista bloqueó el centro del campo del Valencia con una presión agobiante de Marcos y Rafa Paz sobre Fernando y Poyatos, dejando el peso del ataque a Soler, Moya y Suker.
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