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La policía denunció al dueño del restaurante chino destruido por poseer documentación falsa

Ana Alfageme

La policía madrileña aún no sabe la causa de la explosión y del incendio que destruyó el restaurante chino Tiananmen en la madrugada del lunes. "Los bomberos, con su trabajo, borran muchas pistas", indicaba ayer un portavoz policial. Hace un año se encontraron en el sótano del restaurante 30 documentos listos para ser entregados a inmigrantes. La policía denunció al propietano, Guan Ping Xu, de 31 años, pero el juez desestimó los cargos, según fuentes policiales. Ping Xu libró ayer en el quirófano otra batalla por seguir viviendo. Los cirujanos limpiaron sus graves heridas.

Los médicos de la unidad de quemados del hospital de La Paz llevaron al hombre al quirófano cuando el reloj marcaba la una de la tarde. Los doctores limpiaron de tejidos muertos todas sus profundas y extensas quemaduras (90% de la superficie corporal). La misma mujer joven que el lunes acudió a verle y salió llorando del hospital fue quien habló a Ping Xu mientras era conducido al quirófano. La cara del accidentado era un globo enrojecido con los ojos sellados.Hace 10 años que Ping Xu, un hombre muy delgado, está en España. Habla muy bien el español; incluso, cuando esté mejor, podrá comunicarse con la prensa, porque ahora al hablar sangra. Ésos fueron los da tos que la misteriosa joven de rasgos orientales que el día anterior tanto lloraba fue desgranando en chino mientras esperaba que su familiar -no aclaró en ningún momento el parentesco con el herido- fuese conducido al quirófano. Una mujer más mayor hacía de intérprete. Un muchacho y otra joven les acompañaban.

Una rápida conversación

Instantes después, a la una de la tarde, el dueño del restaurante, acompañado por tres sanitarios, recorría con su cama la distancia que media entre la habitación 412 de la unidad de críticos (una especie de unidad de cuidados intensivos para grandes quemados) y el quirófano. La cama se detuvo ante el grupo de orientales y el hombre de la cara abotargada y brillante, con los ojos henchidos y cerrados, habló, aunque pareciera mentira.

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La joven y los demás le dieron ánimos y él preguntó por el restaurante. Le contestaron que se olvidase de todo. Por lo menos así lo explicaron después.

Por la tarde, fuentes del centro sanitario informaron que el pronóstico del herido, tras la forzosamente laboriosa intervención, no había variado. "Infausto", fueron las palabras de un responsable del centro. Testigos del suceso vieron a este hombre con la cara cuajada de cristales y sangrando. De sus manos y piernas se desprendían jirones de piel.

Las dos jóvenes que visitaron al herido el lunes lloraban mucho cuando llegaron al estrecho corredor para los familiares que tiene la unidad de quemados. Así lo contaba la madre de un herido que lleva más de un mes internado en la unidad. "Estaban venga a llorar, porque al principio", explicaba la señora, "él no contestaba. Pero luego sí pudieron hablar con él". También tres hombres se acercaron y hablaron con el herido.

El lunes, dos policías de la Brigada Central de Policía Judicial -especialistas en crimen organizado- entraron a hablar con el herido. Fuentes policiales dijeron después que Guan Ping Xu no había dicho nada de importancia. Sus compañeros de la Brigada Provincial de Policía Judicial son quienes llevan el peso de la investigación.

La policía no ha revelado ni un solo dato de sus trabajos. "Han de elaborar un informe", dijeron ayer por la tarde en la Jefatura Superior de Policía. Lo que sí confirmó un portavoz es que el herido había sido denunciado hace un año, cuando bajo unas placas de escayola se encontraron 30 documentos listos para ser entregados a emigrantes. El juez desestimó la acusación que efectuó entonces la policía y que le relacionaba, por tanto, con la mafia china. Además, el 10 de mayo de 1993, el Tiananmen fue escenario de un asesinato -un cliente apuñalado que medió entre siete hombres que no querían pagar y el personal del restaurante- que la policía relacionó con las bandas de extorsión. En Madrid, la mafia china tiene seis redes o tríadas que controlan la importación ilegal de compatriotas. Otras de sus tareas son la extorsión a chinos legales y el blanqueo de dinero en talleres de confección, restaurantes, lavanderías y laboratorios de fotografía. La policía española ha asestado un golpe importante a la mafia: en este año, 150 chinos.

El viaje a España puede costar a los chinos ilegales entre 800.000 pesetas y tres millones. La organización mafiosa le presta el dinero normalmente, que se cobrará después con trabajos de horarios inhumanos. Y la paliza es la respuesta al moroso.

De nuevo el silencio

Una valla encierra por encargo municipal el escenario de la explosión de la madrugada del lunes, según explicaba ayer Fernando Macías, jefe del departamento de Protección a la Edificación, quien estuvo en compañía de los bomberos del Ayuntamiento duran te las tareas de desescombro. "Pudimos localizar a los responsables de la entidad bancaria [La Caixa] y a los de una compañía de se guros que estaba afectada", explicó el res ponsable municipal. 'Tero no encontramos a los dueños del res taurante chino", aseguró Macías, "lo intentamos a través de la Junta de distrito [Retiro], y de su responsable actual, Elena Utrilla, que sustituye a Juan Antonio Gómez Angulo en sus vacaciones, pero no lo conseguimos".

Tampoco Macías se explica el suceso. "La última versión que manejaban los policías allí es que un artefacto explotó y las siguientes deflagraciones fueron fruto de la condensación de gas en diversas dependencias del restaurante"."Ahora mismo", comentaba Macías, "los locales afectados no tienen ni agua, ni luz, ni teléfono, ni gas". Lo único que se conservaba entre los escombros era un saco de arroz y varias docenas de huevos.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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