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El Zaragoza indulta al Barcelona

Busquets y la falta de acierto de los aragoneses salvaron del escarnio a los azulgrana

El Barcelona salió nuevamente goleado de La Romareda. Algunos se consolarán con un marcador muy distinto al 6-3 registrado en el mismo escenario hace seis meses. Pero el juego estuvo igual. Se reiteró la clara superioridad del campeón de la Copa del Rey sobre el campeón de Liga. El resultado representa una injusticia comparable con la victoria de Argentina sobre Brasil en el Mundial de 1990.Es que la Filarmónica Tetracampeón se ha convertido en la banda de Altos Hornos. Derrocha entusiasmo y buena voluntad. Sopla fuerte. Sufraga sus- gastos con porras muy solidarias. Su repertorio es tan honesto como limitado y en La Romareda desafinó tanto que provocó embarazosas, comparaciones con una orquesta zaragocista que le superó cruelmente en técnica y arte.

La lectura positiva es un resultado que convierte el Barcelona en favorito para ganar la Supercopa en el Camp Nou el próximo martes. La otra -la única- es la actuación de Busquets en una portería asediada. Dominó con mucho aguante los mano a mano con los jugadores zaragocistas, que se producían en cadena y con una pasmosa facilidad.

El portero azulgrana tuvo ocasión de completar su colección de cromos de los hombres de Víctor Fernández. Se presentaban con sus mejores perfiles Esnaider, Aragón, Gel¡, Pardeza, Belsué e Higuera. Este último fue saludado con una pancarta adornada con las palabras "Clemente: menos Butano y más Paquete", y los hombres de Cruyff parecían empecinarse en transmitir el mensaje de una forma convincente hasta el asiento del seleccionador en el palco. Como si, durante la charla de Cruyff, las palabras marcar Paquete hubiesen sido interpretadas como instrucción sobre indumentaria en lugar de comportamiento deportivo. La explicación menos estrafalaria es que el Barcelona era un galimatías defensivo, una línea de cuatro que no sabe estar en línea y cuya arma más desenvainada es la protesta al juez de línea. Si no perfecciona sus mecanismos, puede ser uno de los denominadores más comunes de una nueva Liga donde manda el último doctorado de la IFA sobre el tema.

Ante un Zaragoza que bordó el fútbol con su esquema habitual con la única novedad de Gel¡ por la izquierda del centro del campo, el tetracampeón fue desbordado y desorientado. La respuesta del banquillo a los choques entre Iván y Eskurza por la derecha fue ' el traslado del vasco a la izquierda, donde, en la segunda parte, produjo algunos detalles dignos de un aprobado. Sergi, en cambio, nunca descubrió si era lateral o centrocampista por la izquierda, donde Hagi estuvo muy intermitente y nunca hizo ningún impacto sobre el desarrollo del juego. El puesto de Guardiola fue compartido por Bakero y Amor con tanta exasperación que ambos rozaron la expulsión. Se vieron obligados a tapar huecos en su propia área, pero lo que se sumaba a velocidad de emergencia a la defensa se restaba a un centro del campo desalmado.. El Barcelona, que tocaba rondos, que establecía plusmarcas en tiempo de posesión y que se venera por sus lujos, se convirtió en un vulgar conjunto de contragolpe basado en el pelotazo hacia los dominios de Stoichkov.

El búlgaro fue el detonante de los goles. En el primero, al filo del descanso, se ganó una falta ante el acoso de Aragón. Zapatazo con la bota izquierda de Hagi, una gran parada de Cedrún cerca de su escuadra izquierda y el rebote que fue carne para el cañón de Stoichkov. El segundo, la aceptación de un balón largo, centro desde la derecha, recorte de Eskurza y tiro cruzado de Amor.

Así se escribió esta extraña e inverosímil obra de ficción. El Barcelona ni siquiera puede vanagloriarse por una obra maestra de defensa y contragolpe. Su defensa no se basaba ni en la organización ni en la contundencia. Se apoyó en Busquets y el milagro.

El Zaragoza, que inició la campana pasada con una triste derrota ante el Sevilla y 9 puntos en 11 jornadas, ahora juega con la convicción de un equipo que se autoestima. Dibuja triángulos de calidad en el centro del campo y sorprende con las entradas desde lejos de casi todo el equipo. Sólo le traicionó la lentitud de Esnaider en los metros decisivos y el pánico advertido tras el segundo gol azulgrana. Cedrún sólo tuvo que intervenir ante las jugadas a balón parado, mientras que el Zaragoza acabó pagando un alto precio por no haber convertido ninguna de las 19 claras, ocasiones que creó.

Sin embargo, el Zaragoza encuentra más motivos para el optimismo que su vencedor. Jugando así, el Barcelona puede o no ganar partidos, pero lo seguro es que perderá adeptos.

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