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El cielo responde; Renfe no

Un escultor ultima una obra de aliento nústico cerca de Atocha

Antonio Jiménez Barca

ANTONIO JIMÉNEZ Un bosque de unos 50 metros cuadrados, con formado con 48 traviesas de vía de ferrocarril unidas con cables de acero, sorprende al viajero sin vacaciones que se acerca a la estación de cercanías de Atocha. Dentro (del bosque escultórico) se encuentra Jesús Gironella, de 36 años, quien lleva más de un mes en las inmediaciones de la esta ciói! levantando esta "escultura momumental".

"Vi que el sitio me convenía porque era amplio y céntrico", cuenta Gironella en un descanso "Además, en septiembre, por aquí pasará mucha gente, y eso también iniporta", añade. Gironella va improvisando sobre la marcha. Nunca hizo un plano completo de la obra. Por eso, cada mañana necesita ir a la ferretería más cercana por material nuevo. Cuando no son unas bisagras son clavos, o cualquier otro accesorio. Hace unos días se le ocurrió añadir unas cuantas piedras grandes que, esparcidas por el suelo, "rompen el esquema horizontal". Gironella se sube a una de ellas y explica: "Proporcionan otra perspectiva si ves la obra desde aquí". La utilización de las traviesas era una de las pocas cosas que eran seguras. Renfe se las ha proporcionado a Gironella como pago de unos bancos que el escultor construyó para el vestíbulo del AVE. "Las trajimos desde Cáceres, y me pasé un mes entero limpiándolas", cuenta el escultor. En el centro de la obra, suspendida de los cables de acero, se encuentra una esfera de hierro de 480 kilos, eje de la escultura. Para levantar toda esta obra, Gironella, además de sus propias fuerzas, contó, durante una semana, con las de un hombre que dormía en un banco cercano.

"Todo esto junto debe pesar unas seis toneladas; sin la ayuda de ese hombre hubiera resultado imposible ponerlo en pie". A pesar de todo, padece un fuerte lumbago de subir o bajar, de acarrear cables y de emplazar traviesas. Ahora el trabajo es más cómodo: se trata de pintar las maderas.

El mismo escultor ha corrido con los gastos: "Me ha costado un pastón que no calculo porque como lo haga no lo termino". El pidió permiso a Renfe y se lo concedió sin más complicaciones.

"Así puedo trabajar más libremente que por encargo; hago lo que quiero, como si estuviera en el taller, pero en la calle y con grandes materiales", prosigue Gironella, que lleva sólo dos años dedicándose por entero a la escultura, lo tiene claro. Para él, sólo a partir de los 35 se puede uno dedicar a la "escultura monuniental". Y la razón es sencilla. "Cuando alguien escribe un libro, el lector puede leerlo o no; cuando alguien pinta un cuadro, el público puede ir a la galería a verlo o no; pero esto (señala con el dedo), lo va a ver la gente por narices, así que es mejor tener algo que decir, y creo que sólo con más de treintaitantos años se tienen las cosas claras", explica.

El arte de Gironella está muy relacionado con la filosofía taoísta. Su obra trata de influir en la realidad de la misma mágica forma que la del artista rupestre, que creía que gracias a su pintura la caza del día siguiente sería más fácil. "Mi obra actúa en el mundo; aunque es dificil explicar esto sin que se me vea como un iluminado; yo sé que el cielo me ha respondido y que está de acuerdo con la escultura", cuenta muy tranquilamente.

Quien no se sabe si está o no de acuerdo es Renfe. Cuando sólo falta una semana para que Gironella dé por terminada su obra, Renfe no ha dicho nada sobre si la escultura permanecerá allí definitivamente. "Espero que valoren el esfuerzo y dejen la escultura para que la gente pueda venir, meterse entre las traviesas y jugar" confía el escultor. "Demostrará que no todo está perdido; y es importante que me paguen algo, para seguir" dice, también muy tranquilamente.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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