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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Veranos de la Villa... "ven y cuéntalo"

He leído la programación de verano para nuestra Villa y Corte y echo de menos uno de los espectáculos más interesantes que ofrecerse puedan al viandante, visitante o simplemente habitante de la misma: el metro. Si nos empeñamos en subir al cielo desde Madrid y mirar por el agujerito, tampoco llegaremos a ver el gran espectáculo: el metro; pero quien quiera tener una experiencia inolvidable puede acompañarme. Montemos en Iglesia, línea 1; el médico coste de 125 pesetas, por gentileza del Metro, queda reducido a cero pesetas, ya que, al no funcionar las máquinas automáticas expendedoras de billetes ni estar las taquilleras, podremos entrar por donde nos dé la gana. Pasados los molinetes (de adorno), una oferta interesantísima de cigarrillos de contrabando y abalorios diversos nos invitará a zigzaguear por los pasillos hasta llegar al andén. Si fuese sábado o domingo (y seguramente en agosto en cualquier día de la semana) y -distraídos nosotros- nos quedamos al final del andén, el metro nos ofrece una sesión de footing gratuito para alcanzar el último vagón, que acaba parando en mitad del andén. Este acortamiento estival de los trenes tiene múltiples ventajas, a saber: en primer lugar, no echaremos de menos los habituales apretujones (y achuchones) del resto del año, ya que, con tan sabia medida, aunque se marchen muchos usuarios por vacaciones, quienes estamos obligados a quedamos llenaremos los huecos de forma proporcional al volumen disminuido. Esto permite que los habituales carteristas continúen su simpático trabajo sin tener que desplazarse demasiado; no hay que pagar ningún suplemento para ver, en directo, al Rata 1º, ni al Rata 2º, ni tampoco al Rata 3º, vamos, que es como presenciar un fragmento de La Gran Vía pero sin tener que ir al teatro. Tampoco habrá que viajar a Suecia o a Finlandia para gozar de una gratificante sauna, aunque se echa de menos la falta de ramas de saúco para fustigamos, como Max von Sydow en El manantial de la doncella. El aire acondicionado ha sido definitivamente olvidado, lo mismo que la ruidosa ventilación; obviamente ha sido un acierto, no sea cosa que nos acatarremos o monte al metro Induráin y coja un pasmo que le impida ganar el Tour 95. Por otra parte, sabido es que "el que suda vence toda enfermedad", tal como nos lo recuerda don Hilarión (tan madrileño) en la noche del 15 de agosto. ¡Y ya tenemos otro trozo de zarzuela también gratis!Si optamos por apeamos en Sol, pasamos por delante de una bonita comisaría de policía que tan bien adorna la estación; de los restos de lo que fue (o no llegó a ser) un locutorio de Telefónica, y rodeados por los exquisitos olores del Maneken-pis y frituras varias podremos salir hacia Montera. Al regreso, en el mismo andén, una cohorte de simpáticos y extraños individuos nos ofrecerán todos los billetes de metro usados que les queramos comprar, para luego colarnos por los sitios de salida. En realidad, una meritoria forma de reciclaje; ¡vaya! interesante idea, ¿por qué no exportarla o incorporarla al programa Bureka?En cuanto al empleo del tiempo durante el viaje, no tenemos por qué preocuparnos, ¡ni el mismísimo Arniches podría haber imaginado la variedad de personajes que el metro nos ofrece!: la guitarra flamenca del que "sólo sabe cantar" y no encuentra otro trabajo; el ladrón frustrado que prefiere pedir antes que robar; la viejecita que con voz lastimera nos conmueve con su letanía susurrada desde hace más de tres años, y un largo etcétera...Obviamente, la oferta del metro no se detiene aquí, ¡hay más, mucho más!, pero sobre todo calor, ¡mucho calor!: calor humano (con sus respectivos olores) y el otro, el canicular. Es una pena que, seguramente, quienes nos programan tan deliciosos viajes en metro no lo compartan con nosotros; seguramente viajan en aburridos coches con aire acondicionado. ¡Pobres, no saben lo que se pierden!

Señores turistas de España y del extranjero: venid, vedIo y después contadlo. No tiene desperdicio.-

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