"Lo de Escobar es un tatuaje que llevaré siempre en el alma"
La continuidad de Caminero, el fichaje de Simeone y la mano de Maturana. Son los argumentos del Atlético en su intento por regresar al vagón de los grandes.Pregunta. Con su contratación, el club apostó por su prestigio más que por sus resultados.
Respuesta. Los grandes títulos son poquitos y se reparten bien. Pero todo depende de la valoración de cada uno. Para mí, un gran título es haber ganado la Liga en mi país, y ganar la Copa Libertadores, y lograr clasificar a Colombia para un Mundial después de 28 años, y participar allí sin ser comparsa, y lograrlo una segunda vez. Y más allá de esos logros relativos, hay otro que inunda: la forma de jugar. La forma de jugar no se pierde en la nebulosa de los resultados sensibiliza a determinadas personas y, por eso, es más perdurable. Hay equipos que ganan los campeonatos y nadie se acuerda de ellos. Y hay técnicos que tienen una manera de jugar y que, aunque no ganen, siempre van a estar en la memoria de la gente que tiene cierta sensibilidad por el fútbol.
P. Pero el debate sigue: resultados frente a jugar bien.
R. Sí. Siempre habrá gente que apueste por la estética y gente que no. Yo apuesto por jugar bien. Somos poquitos, nuestro camino es más dificil, pero cuando logramos llegar la satisfacción es mayor. A veces ganas y no sientes nada. Pero cuando ganas con lo tuyo, defendiendo unos ideales, la satisfacción personal es impresionante.
P. Pues aterriza en un club que se ha caracterizado por pedir resultados con urgencia.
R. Eso forma parte del pasado y no voy a analizarlo. Vengo con la ilusión de trabajar mi sensibilidad. Y estoy plenamente convencido de que si el Atlético en un momento determinado apostó por Maturana es porque conocía quien era. Maturana está ligado a un fútbol. Es lo que yo tengo que, transmitir: mi pensamiento, mi sensibilidad. No puedo obviar lo que ha sido su pasado, pero tampoco puedo ser prisionero de sí me voy a quedar o me voy a ir. Es un reto atractivo, me ilusiona, me comprometo, veo cosas bonitas alrededor de este equipo y veo leyendas que no son la realidad o que forman parte del pasado. El presente es atractivo. Si me tengo que ir dentro de un mesó dos meses, me iré sin dolor, con un poquito de pena, pero con la convicción de haber intentado hacerlo bien. Espero, eso sí, que este equipo despierte la sensibilidad que yo espero.
P. ¿Fichar a Maturana significa un proyecto de futuro?
R. Las cosas no son como parecen sino como son en la realidad. Lo que dice es verdad, pero vamos a ver si se cristaliza con e tiempo. El proyecto va indiscutiblemente de la mano de una paciencia, de un trabajo, de un compromiso con unos jugadores, con una idea que tenemos que defender entre todos. A veces, es importante perder ahora para poder ganar más adelante Hay que saber diferenciar cuando se puede perder y cuando es imprescindible ganar.
P. La moda es anunciar diversión. ¿Usted, en el Atlético, también se atreve?
R. Es que el fútbol es un juego. Cuando no se entiende as, pierde su compromiso social. Y entonces ves cosas como que le quemen la casa a uno, que ya matan a un jugador por meterse un gol o que los pueblos destrozan las vitrinas cuando pierden. Se pierde la esencia lúdica del fútbol. Hay que respetarla. Uno que maneja jugadores o que tiene la dicha de vivir del fútbol, con una sensibilidad que le permita más o menos soñar en el rescate del fútbol como juego, tiene que apostar por eso. Yo apuesto por divertirme con mi trabajo y hacer divertir a los demás con mi diversión.
P. Todos esos sucesos que ha relatado, ¿no son como para huir del fútbol?
R. Refugiarse es lo más fácil. A veces uno no quiere saber nada y termina por esconderse en la Universidad o en el consultorio. Está bien. Pero si uno es, hombre dé fútbol tiene que intentar mejorarlo. ¿Cómo? Ayudando a que se entienda que es un juego en el que nadie tiene licencia para no perder. Aprender a ser respetuoso, el que ganó y el que perdió, y a no dramatizar. Como me comprometo con todo ese tipo de cosas y pienso que puedo hacer algo, apuesto por quedarme. No es porque yo viva exclusivamente de esto. Puedo vivir sin, el fútbol desde el punto de vista económico y material. Pero desde el punto de vista sentimental, no. Lo amo, es una parte muy importante de mi vida y me siento con capacidad para comprometerme y luchar por hacerlo mejor.
P. Entiende por tanto la decisión de su compañero de siempre, Hernán Darío Gómez, de aceptar el cargo de seleccionador de Colombia pese a las amenazas recibidas.
R. Entenderlo, sí, y le aplaudo. Pero es muy arriesgado. En el fútbol hay gente a la que le gustas y gente a la que no. Si esa gente te viene de frente, bien. Sería discutir, dar tu opinión y convencer o no. Pero Hernán ya tiene gente apostada, enemigos casi personales. Va a sufrir un desgaste grandísimo. Su apoyo moral son los ocho años de lucha por algo que sabemos que es válido y que está a punto de dar resultados. A él le parecía muy triste venirse conmigo y dejar ocho anos tirados. Temía que viniera otro y empezara una cosa distinta. Se necesita valor y él lo tuvo para defender algo que nos costó y desgastó muchísimo.
P. Al levantarse cada día, ¿aún se acuerda del asesinato de Escobar?
R. Sí, indiscutiblemente. Eso ya es un tatuaje que lo llevaré en el alma siempre. Un chico que estuvo conmigo desde los 17 años, que era modelo de persona en la decencia, con el que podías conversar de todo... Es muy difícil que lo olvide. Las cuestiones deportivas te los quita el mismo deporte; los dolores del fútbol te los quita el mismo fútbol, pero los dolores del alma no te los quita nadie. Los vas a llevar siempre ahí.
P. ¿Es tan importante el fútbol o tendrían que encerramos a los que contribuimos a magnificarlo?
R. Deberían encerrarnos, pero no a purgar penas sino a buscar conclusiones. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué el fútbol llegó a esos extremos? Vamos a paramos, ver dónde estamos y qué hemos aportado para que el fútbol se haya convertido en esto.
P. Por lo que se vio en la presentación del Atlético. ¿No se vende más ilusión de la que se puede garantizar?, ¿no se pone demasiada barata la decepción?
R. Es que esa es una característica del ser humano. No puedes empezar algo, pensando en perder. Para poder ganar lo mínimo es ganar en la mente. Soñar está permitido, es bueno, es gratis, refresca y te nutre. El que no sueñe no va a ganar. Incluso, el que gana soñó. Soñamos todos y el público también tiene derecho. Y más un público que ha sufrido y que es leal.
P. Pero esa ilusión que se vende, ¿es real o se trata de una operación de marketing?
R. Es real. No tienes que falsear la realidad para encontrar argumentos. Ahí están. Al final sólo ganará uno, pero soñamos todos. Más vale soñar que nunca haber tenido un sueño.
P. ¿Volverá alguna vez a seleccionar a Colombia?
R. En el fútbol uno nunca sabe lo que va a hacer, pero creo que no. Cumplí una misión, que se me antoja buena. Más que por un logro particular, por lo que fue el fútbol en Colombia estos últimos ocho años. Fue un fenómeno: el futbolista encontró una reivindicación social, el fútbol empezó a ser aceptado en todos los niveles sociales del país. El futbolista mejoro como persona y el país encontró un punto de encuentro, un motivo para sentirse orgulloso. Fue un modelo para ir a la búsqueda del rescate de la imagen del país en otras actividades. El fútbol lo fue todo en esos ocho años. Ese es mi gran legado. Pero el fútbol también me dio lo más duro: la pérdida de casi un hermano, un hijo, y por una circunstancia tan absurda y tan extraña... Eso te marca y te duele. No veo cómo voy a poder volver. No me siento. No. Que no sepas lo que vas a hacer mañana o pasado... Pero estoy casi seguro que no. No lo siento y yo casi siempre hago lo que siento. Me parece que hay un vacío muy grande en el fútbol colombiano. En mi interior se murió una gran parte de él con ese asesinato. Pienso en los jugadores, no sólo en los que vivieron de cerca el drama de Andrés, sino en los que han sido vilipendiados y señalados como culpables y a los que exponen a convertirse en otra víctima. No entiendo la deslealtad de los periodistas que estuvieron conmigo y ahora me dan; de los directivos que estuvieron callados y ahora salen con todo a señalarte. Aunque pasen cuatro o seis años, ¿con qué ánimo puedo volver? Son aspectos muy profundos que me imposibilitarán volver.
P. ¿Vive o vivió con miedo?
R. No, porque casi siempre he vivido transparente. He hecho lo que creo que debía hacer. No vivo con reclamos en mi interior. Si me toca morirme, lo voy a aceptar como una realidad. Iré a una vida mejor, No va a haber drama. Lo que he sentido es la zozobra de en qué momento y cómo va a ser o de no comprometer a mi familia. Deseo que me toque a mí solo. Cuando salgo a la calle y veo un coche que se acerca, pienso: ¿será o no sera, vendrá a por mí o no?. No es miedo, sino incertidumbre o tensión de cómo va, a ser, de si va a doler o no.
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