_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fogata española

EL FUEGO, atizado por el viento y la sequía, alumbra trágicamente las noches forestales de media España. El año pasado, la naturaleza había bañado los bosques y los desastres fueron mucho menores. Entonces, los políticos lo consideraron efecto de sus programas preventivos. Doce meses después, esos mismos políticos -tanto de la Administración central como de las autonomías competentes-, ante el interminable paisaje de esqueletos de árbol ennegrecidos, regresan a la teoría del cataclismo inevitable.Impedir la acción de un rayo -e incluso de un loco pirómano- escapa a cualquier competencia y más todavía cuando los bosques secos son auténticas yescas. Pero sí que debe haber responsables de determinadas negligencias o de la escasez de recursos para atajar la plaga. Una parte de los incendios han sido causados por viejos tendidos eléctricos que cruzan ilegalmente por vergeles en los que puede prender y multiplicarse cualquier chispa. Y nadie había puesto firmes a los responsables de estas instalaciones obsoletas. En muchos casos, una vez desatada la tragedia, y particularmente cuando los focos proliferan, el dispositivo aéreo resulta insuficiente a pesar de la heroicidad frecuente de sus pilotos.

Los lamentos sobre el desamparo que sufre quien ve arder su casa, su granja, su pequeño y único patrimonio, no tienen ni siquiera el consuelo de poder decir que se hizo todo lo posible. Lo han hecho, ésos sí, los voluntarios que se enfrentan a las teas con valor, pero apenas sin preparación y coordinados de manera desigual. Lo han hecho las fuerzas del orden y los bomberos, apurando la utilidad de todo su material, pero en muchas ocasiones no ha habido ni el utillaje que la prudencia aconseja ni unos mandos en la coordinación que dominen los secretos vericuetos que aún existen por los abandonados bosques españoles.

La dejadez, pública y privada, de los bosques es un dato a tener presente a la hora de buscar explicaciones, que no eximentes, a la peste de los incendios. A pesar de todos los pesares, la superficie forestal española ha crecido en los últimos cuarenta años. El histórico depredador de los bosques era la agricultura. A medida que los cultivos han sido abandonados, esta tierra ha sido recuperada por el bosque. Un bosque cuya rentabilidad decreciente ha provocado que no tenga los mimos que antaño recibía. Un bosque sólo transitado por usuarios que buscan el placer de la excursión o la caza. Un bosque, por tanto, menos accesible que antes y, por tanto, más resistente a la penetración de los equipos humanos que deben salvarlo de las llamas.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El incremento de las penas a los irresponsables o pirómanos que prenden la mecha del fuego; la supervisión sobre los agentes industriales que pueden ser igualmente causa del desastre; el mantenimiento de caminos forestales; la vigilancia de cualquier mercadeo dudoso sobre la herencia que deja el fuego; la disponibilidad de efectivos para atacar el desastre, y una solución clara para recuperar las zonas arrasadas -mejor si es una regeneración natural- son algunos deberes ineludibles de las administraciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_