"El sexo significa cosas sucias"
A buela política de la princesa Diana de Gales a raíz del matrimonio de su hija Raine con el conde Spencer, recientemente fallecido, Barbara Cartland ha escalado la cima de la excentricidad gracias a sus novelas rosas -acaba de publicar la número 600-, sus opiniones "políticamente incorrectas" y su odio declarado a las feministas. A sus 93 años, recibe encantada a los periodistas, aunque con la condición de que podrá revisar la entrevista y las fotos. Así es ella, la defensora del romance y partidaria de mantener la supremacía del varón, o por lo menos la apariencia de esa supremacía -"todo lo que una mujer necesita es un hogar feliz y unos h¡jos", es uno de sus lemas- Barbara Cartland recibe a los periodistas en el salón de Camfield Place, su magnífica casa de campo situada a las afueras de Londres, donde vive rodeada de viejos muebles, cuadros y flores disecadas que le dan a todo un aspecto ligeramente momificado. Vestida de rosa de pies a cabeza, la dueña de la casa es exactamente igual a sus fotografías. Los excesos del maquillaje, especialmente las descomunales pestañas postizas y los esparadrapos con los que tensa la piel de las mejillas, evocan inmediatamente un camerino. Por lo demás, Barbara Cartland parece encantada de sí misma.Pregunta. A los 93 años, acaba de publicar su tercera autobiografia, con la que-alcanza la sorprendente cifra de 600 libros escritos. Una cifra que la mantiene en el Libro Guinness como la autora más prolífica de su país. ¿Cuál es su secreto para mantenerse en tan buena forma física y mental?
Respuesta. Hay una cosa maravillosa, que yo llamo Flame (en inglés, llama), es un producto rejuvenecedor que procede de Dinamarca, es lo más maravilloso del mundo. Mire mis brazos, sin una arruga, y el resto de mi cuerpo igual. Mi secretaria, a la que le dicto mis novelas, tiene 50 años y de cara se conserva bien, pero el cuello lo tenía Reno de arrugas. Bueno, pues se le han borrado en menos de una semana. En cuanto a la mente, lo importante es utilizarla. Leer es estupendo, y, si no, jugar al bridge es lo mejor para seguir manteniendo una mente ágil y no quedarse gagá. Yo me encuentro joven gracias a Flame, me mantiene incluso sexy, aunque, la verdad, de sexo no me gusta hablar. Mis novelas hablan de amor puro, es el romance lo que importa. El sexo significa cosas sucias, sucias. En Rusia acabo de firmar un contrato millonario. En Japón están también interesados ahora. La razón es sencilla: no quieren que las mujeres lean toda esa basura.
P. Como experta, ¿qué hombres le parecen más inclinados al romance? ¿Los ingleses o los latinos?
R. Bueno, el romance lo que necesita son buenas maneras, grandes dosis de encanto, probablemente es mejor en España que en Inglaterra. Yo nor fortuna soy escocesa, y los escoceses son sencillamente adorables. En América ya no quieren saber nada de eso. No hay más que sexo por todas partes. Es malísimo para los niños, es un drama. Así pasa que los matrimonios se rompen. Aquí fracasa uno de cada dos matrimonios. ¿Ocurre igual en su país?
P. No tanto.
R. Sin duda porque protegen a la familia. Este país es el único que no protege ni siquiera a su familia real. Aquí la prensa no para de perseguir a la familia real, mire el pobre Carlos. Ustedes en España son muy afortunados de mantener una salvaguarda en tomo a la familia real. Porque se necesita mantener una familia real ejemplar.
P. No parece que la británica sea un buen ejemplo.
R. Oh, bueno, mire, lo que pasa es que las personas reales deben casarse con gente real. Pero la primera en seguir el camino erróneo fue la princesa Margarita. La verdad es que Tony (lord Snowdon) me gusta muchísimo como persona, pero estaba claro desde el principio que iba a ser un desastre. Y, luego, es tan sórdido tener a toda la prensa detrás... Y dicen las cosas más espantosas que usted pueda imaginarse. Así no hay familia real que resista.
P. Señora Cartland, leyendo su biografia uno saca la conclusión de que su vida ha sido un éxito. ¿No hay nada que no haya logrado conseguir?
R. Bueno, me quedan aún algunos libros por escribir. En los últimos 22 años he escrito unos dos a la semana. Ahora hay una historia que quiero escribir, centrada en los años treinta, los más glamurosos, cuando los bailes eran estupendos. Ahora son puro ruido, ningún chico puede acercarse a su pareja mientras está bailando y decirle: "Cielo, te quiero". Ahora cada uno está dando saltos por su lado. Fíjese en nú propia nieta. Tiene 22 años y el otro día le pregunté: "¿Cuántas propuestas de matrimonio tienes?". "Ninguna", me contestó. A esa edad yo había recibido diez, y mi hija, Raine, estaba casada y tenía hijos. Pero, claro, mi nieta va a la universidad. Y le digo: "Bueno, ¿y qué vas a hacer después de la universidad?". Y me contesta: "No lo sé". Todo lo que una mujer necesita es un hogar feliz y unos hijos maravillosos. La culpa la tiene el movimiento feminista. Se empeñaron en que las mujeres debían desarrollar una actividad, crear, y el único resultado ha sido más y más parejas rotas. Cuando un hombre llega a casa después del trabajo lo último que quiere es escuchar a su mujer contándole sus batallitas personales.
P. Pero no cree...
R. En mis tiempos, cuando yo era joven, hace mucho, por supuesto, nosotras no queríamos ser primeras ministras, sino la mujer del primer ministro. Lo único que han conseguido las feministas es confundir a los hombres.
P. Pues ahora hay incluso mujeres sacerdotes.
R. Es ridículo, yo no podría confesarme con una mujer para que a la media hora se entere todo el mundo de lo que he dicho.
P. Por cierto, he leído que en vísperas de las últimas elecciones generales usted envió cerca de mil cartas a los periódicos y revistas advirtiendo a la gente que Neil Kinnock, el entonces líder laborista, era un ateo, pero...
R. Ah sí, sí, lo hice. En parte perdieron por eso las elecciones.
P. Lo que quería preguntarle es qué le parece el nuevo líder laborista, Tony Blair.
R. Pues no parece un laborista, es bastante distinguido. Pero creo que es muy peligroso. Los laboristas son peligrosos; después de estar en el poder, costó más de diez años restaurar la situación y arreglar todo lo que estropearon. Nuestro primer ministro actual es estupendo, es una persona encantadora que sabe escuchar. Quizá no tenga un gran carácter, pero es que es un oficio dificil el de primer ministro. El problema es que ya no quedan líderes en ninguna parte. Pero Major está mejorando Vino un día a comer, y me quedé impresionada. Yo creía que era un hombrecito, y nada de eso, es un hombre alto. Yo ya le dije: "Querido primer ministro, deje de hablar en la Cámara de los Comunes a favor de la igualdad de clases, porque eso podría llevamos, a la larga, a la abolición de la familia real". Y me hizo caso. Es un buen muchacho, pero necesitamos a alguien con verdadero carácter.
P. Al final, el líder más carismático que ha tenido el Reino Unido en los últimos años ha sido una mujer, lady Thatcher.
R. Sí, Margaret era buena. Pero el problema con las mujeres es que no escuchan, siempre creen que lo saben todo mejor que nadie. Lady Thatcher perdió su puesto por no atender los consejos de políticos más expertos. De todas formas, tengo que reconocer que era una mujer que entendía de temas económicos, cosa bastante rara en el mundo femenino. Pero las mujeres no valen para la tarea de gobierno.
P. ¿Y sus amigas qué tal aceptaban su éxito con los hombres? Creo que ha tenido más de 56 proposiciones matrimoniales, aunque sólo se haya casado dos veces.
R. Bueno, eran otros tiempos, el sexo nos interesaba menos. Ahora hasta están empeñados en enseñarle este tipo de cosas a los niños. Es una locura, no se dan cuenta de que si les explican. a los niños cómo funciona el sexo van a intentar probarlo. Qué obsesión, qué manía con el sexo. Por eso mis libros hablan sólo de amor. Mire, los hombres tienen otra visión del tema, pero, a la hora de la verdad, ningún hombre quiere que su esposa, la madre de sus hijos, haya tenido otros amantes. El amor libre es un desastre y sólo ha producido infelicidad y divorcios.
P. Pero usted misma se divorció...
R. Lo que las feministas han conseguido es confundir completamente a los hombres. El otro día yo explicaba, a propósito del desempleo, que, si hay falta de trabajo, los hombres deben obtener un trabajo antes que las mujeres. Los hombres necesitan trabajar, si no se deprimen, pierden su autoestima, no saben qué hacer. En cambio, las mujeres siempre miles de recursos. La casa, los niños, cuidar las flores, ocupamos de nosotras mismas. Recibí muchas cartas de hombres agradecidos.
P. ¿Y las mujeres?
R. También me escribieron muchas cartas. Estaban furiosas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.