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Los pilares del puente Joaquín Costa, liberados del tablero que sostienen

La superficie horizontal o tablero del paso elevado de Joaquín Costa sobre López de Hoyos permanecerá una semana soportado por grúas hidráulicas -una suerte de taconespara elevarlo cinco centímetros, de forma que se separa de los pilares que lo sostienen. Los puentes envejecen, y éste ha llegado a la treintena. La mala vida que le han dado los 150.000 vehículos diarios de media que lo recorren ha provocado unas cuantas arrugas y un problema, mucho más serio, de ostepororosis (pérdida de masa ósea). Plancharle las patas de gallo e impedir que se rompan las piernas del puente costará al Ayuntamiento de Madrid 55 millones de pesetas.Los trabajos los realiza Pacsa; empresa concesionaria del mantenimiento de todos los pasos superiores e inferiores de la capital. Aunque los obreros permanecerán en la zona todo el mes, el tráfico estará cortado sólo hasta el día 11.

El tablero ha menguado unos 20 centímetros desde que nació el puente, de modo que sus 600 toneladas no se reparten correctamente, según explica el jefe del departamento municipal de Conservación de Vías Públicas, Juan Antonio de las Heras. Esta contracción es la que se mide en verano, con la dilatación que producen el calor. En invierno el puente llega a encoger otros 10 centímetros y queda menos apoyado.

El extremo del puente en la glorieta de López de Hoyos se apoya ahora en un espacio menor y ejerce una presión desigual en su otro extremo.

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El paso de Joaquín Costa se viste con un tratamiento anticontaminación

VIENE DE LA PÁGINA

La necesidad de levantar el puente cinco centímetros con gatos hidráulicos (en realidad más que levantarse sólo se abomba un poco) viene dada también por el desgaste de los tacos de goma que separan el extremo del puente de su apoyo, que han adelgazado peligrosamente dado el exceso de peso que soportan. Los gatos hidráulicos se controlan automáticamente desde un panel para que eleven el puente a la vez.

Al final del puente se aplicará la ortopedia. Una pieza rígida (losa de transmisión) que amortigüe el impacto de los coches que abandonan el puente sobre la zona que ya es tierra firme. De las Heras explica que la utilización de esta losa es una innovación de la ingeniería que no se conocía cuando se construyó el puente.

Las grietas en las columnas del puente (que responden a las mismas causas) se han rellenado con una especie de pegamento especial a base de resinas que se inyecta a presión para tapar todas las fisuras. Las piernas del puente enseñan estos días unos dardos que no son más que las agujas de esas jeringuillas.

Además de estas operaciones de cirugía el puente de Joaquín Costa recibe estos días un tratamiento anticontaminación en el envés del puente que se lleva 11 de los 55 millones de presupuesto de la obra.

De las Heras explica que los humos de los coches, además de afear el gris del hormigón, su mezcla con la lluvia produce corrosión. El fenómeno se llama carbonatación.

Aglomerado especial

¿Serán los modernos más endebles que los antiguos puentes de piedra romanos que han aguantado en pie un par de miles de años? "Sí, los que han aguantado", tercia Juan José Barral, otro ingeniero municipal. "La mayoría se han caído".

El pavimento del puente de Joaquín Costa también se cambiará al final de la operación por un aglomerado especial antideslizamientos. Otros pasos a distinto nivel de Madrid recibirán también esta nueva capa contra accidentes este verano.

A pesar de que el lugar donde se han detectado los fallos del puente sufrió un atentado con coche bomba el 21 de junio de 1993, los ingenieros municipales aseguran que los achaques del puente no son otra responsabilidad de los terroristas de ETA. "La explosión sólo destrozó los parachoques y otros elementos superficiales", explica De las Heras, "sin atentado el puente estaría en las mismas condiciones".

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