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TOUR 94

Míster meticulosidad

Detrás de la máscara de Induráin hay un carácter perfeccionista que cuida cada detalle dentro y fuera de la carrera

Luis Gómez

El firmamento está repleto de personajes que han llegado a lo más alto a fuerza de método, fiel compañero de la rutina diaria de Miguel Induráin. Pero el campeón español se ha formado un. carácter algo más que metódico. Meticuloso es el término exacto: nadie hay en el deporte español tan atento a cada pequeño detalle como Induráin, nadie tan sacrificado, nadie tan perfeccionista, nadie tan 100 por 100 profesional. Induráin es el ejemplo límite. Lo es en tanto en cuanto su forma de actuar escapa al divismo. Su meticulosidad no avanza hacia la paranoia'. Es una de sus armas, la respuesta que explica por qué nunca falla. Induráin al máximo rendimiento es una máquina que no comete error alguno. Es material de precisión.Nadie en su entorno es capaz de explicar de dónde le viene al navarro esa capacidad para seguir los dictados de la disciplina más espartana. Es la característica más sorprendente de su carácter. No ha tenido maestros a su alrededor- (Pedro Delgado era la antítesis del método), ni ha imitado a otros campeones (Induráin no ha tenido ídolos). "Induráin es un corredor que mira y ve, los hay que miran, pero no ven", dice José Miguel Echávarri. "Adapta lo que le conviene". "Y tiene la voluntad de hacerlo", apunta Javier Mínguez.

Su jornada suma un compendio de pequeños detalles durante 24 horas. No hay un solo descuido. Baja al comedor con un par de calcetines en cada pie, vigila que el aire acondicionado de su habitación esté apagado. Sus horarios son sagrados, como las comidas. "Induráin come con el cerebro", apunta Mínguez, "algo que no había visto nunca. Hoy he gastado, come; hoy no he gastado, hambre. A ver quién es el hijo de la, madre que, después de 200 kilómetros, se queda con hambre. Sabe cómo está su depósito: si gastas mucho tienes que meter mucho, pero si gastas poco ese carburante no sirve para. nada, nada más que para mover el intestino". "Sabe levantarse con hambre de la mesa", apunta Echávarri, "y eso requiere una fuerza mental fuera de lo normal".

Jornada de traslado. Calor. Los corredores del Tour alcanzan el aeropuerto para desplazarse a Inglaterra. Todos en manga corta, menos Induráin, cubierto desde, el cuello a la muñeca. Un tentempié en el avión, todos pican menos Induráin.

Final de etapa en Luz Ardiden. La jornada reina de los Pirineos estuvo presidida por un fuerte sol. Los corredores se lanzaban a beber botes de refresco, naturalmente fríos. Algunos casi los estallaban con desesperación. Induráin, nunca su botellín con agua templada. Días después, Echávarri le ofreció agua fría durante la etapa. No fue un descuido, sino casi un gesto caritativo ante el bochorno reinante. No había peligro, etapa de transición bajo estricto control. Induráin rechazó la bebida. Agua templada.

Los corredores aparecen por los hoteles a pecho descubierto. La temperatura ambiente ronda los 35'. Bochorno. Algunos no pueden resistir la tentación de aprovechar la piscina. Menos Induráin, la cremallera hasta el cuello, ducha templada.

Cada mañana visita su bicicleta. El mecánico con doce de memoria todos los detalles de la máquina del campeón y se la ofrece en perfectas condiciones. Está nueva, brillante, a estrenar. No importa: Induráin extrae su metro y su llave y confirma que el sillín está a la altura exacta, el manillar a la distancia adecuada, los frenos ajustados, cada componente según las especificaciones de su físico. A justa sus zapatillas. Pero si algo ha escapado, calla y lo reforma. No molesta a nadie. Ni una mala palabra. Llega a la línea de salida y reclama su porra y sus gafas. Su aspecto es invariable. La foto de hoy es exacta a la de ayer.

Conoce a sus rivales, conoce el recorrido, ha estudiado cada puerto, lo ha visitado si es preciso. "Para ver el Hautacam se fue desde su casa en Pamplona, hizo 230 kilómetros en bicicleta mientras su mujer le acompañaba en coche. Subió el Aubisque y el Portalet, luego el Hautacam. Rompió una rueda en la parte final del recorrido. Por la noche le pregunté '¿qué te ha parecido?'. 'No es demasiado duro', me contestó. Había visitado Val Thorens. Estudia cada contrarreloj". Echávarri no puede disimular su admiración.

Etapa de Luz Ardiden. Los corredores suben el Tourmalet. Induráin acelera en algunos repechos, no en todos. La ascensión se hace más dura para sus acompañantes. Y vuelve a acelerar. Pero cada embestida guarda un secreto: Induráin aprovecha solamente aquellos repechos en los que tiene el viento a favor. Es un acelerón con ventaja, sin desgaste. Se había pasado algunos kilómetros estudiando la dirección del viento. - -

"Me he dado cuenta de lo que has hecho", le comentaría luego Echávarri como quien descubre una travesura. "Hombre, es que LeMond me subió así en el 90 y me dejó machacado contestó. "Así es Induráin" sentencia Echávarri, "torna nota de todos los detalles, los almacena en su memoria y luego los utiliza a su conveniencia". En la ascensión a La Madeleine repitió la treta y puso en dificultad a Virenque.

"Detrás de sus éxitos hay un hombre que actúa siempre al 100%, con el físico y con el. cerebro", sentencia Javier Mínguez. "Por eso controla la carrera como la controla", replica Echávarri. "¿No se ha dado cuenta la gente de que en este Tour. sólo dejaba escapar a aquellos corredores que estaban por encima de los 10 minutos? Si miramos la general, ahora todos están agrupados en los ocho minutos de diferencia [Ugrumov se puso ayer a 5.391. Ha establecido el orden que le interesa: ahora esos hombres se pelean entre sí y le hacen la carrera".

Ha diseccionado el Tour con limpieza. Ha practicado una cirugía precisa, sin derramamiento inútil de sangre. Los organizadores planificaron un Tour con vistas a provocar una gran conflagración en la última semana, un duelo a muerte hasta la antepenúltima jornada. Pero han fracaso. Se ha impuesto el método de Induráin. Cada campeón tiene su secreto. Y el del corredor navarro es su meticulosidad. Su carrera ha vuelto a ser perfecta: no hay un solo error que anotar en su conducta. Fuera y dentro de la carrera.

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