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Hombres y mujeres

¿Sabía usted que las vacaciones son el periodo más proclive para las crisis matrimoniales? Parece como si las tensiones que se acumulan soterradamente en el discurrir cotidiano de la pareja estallasen a la luz del día cuando un periodo prolongado de contacto directo, sin el amortiguador del trabajo, revela la. verdad de la vida. Cuando esto le ocurra, aunque no le sirva de mucho consuelo, siéntase parte de una gran transformación histórica: la búsqueda de nuevas relaciones entre hombres y mujeres y, por tanto, la redefinición de la familia, a partir de la nueva condición de la mujer. Y no es que las mujeres hayan alcanzado la igualdad. Al contrario, con la salida del hogar se han multiplicado las fuentes de su discriminación. Pero el cambio fundamental que se ha operado en nuestras sociedades es la idea que las mujeres tienen de sí mismas y de su relación con el mundo: dueñas de sus vidas en igualdad de condiciones con los hombres, según muestran las encuestas de opinión para las mujeres de menos de cincuenta años.Las fuentes de este cambio son tan profundas que lo hacen generalizado e irreversible.

Tres elementos -concurren al mismo tieknpo:- la entrada masiva de la mujer en el mercado de trabajo, el proceso creciente de individualización en la sociedad y la influencia" y luchas del movimiento feminista. Sin embargo, como ha habido ideas y movimientos feministas en otros momentos históricos, el impacto actual de esas ideas sobre muchas mujeres que no se autodefinen como feministas parece deberse a las tendencias profundas de la economía y de la cultura. El desarrollo de la sociedad de la información y el crecimiento de los servicios han requerido el trabajo de una mano de obra femenina educada, flexible y subpagada.

En España la tasa de actividad femenina ha crecido del 27% en 1980 a cerca de un 35% en estos momentos. Pero aún aumentará mucho más, puesto que en Europa se sitúa en un 42% y en Estados Unidos en un 671/o. Es más, en el grupo de edad 25-29 años la tasa española es del 63%: ése es el futuro. Y aunque el 49% de las trabajadoras de menos de cuarenta años esté hoy en paro, su pertenencia conflictiva al mundo del trabajo es tan irreversible como la de los parados masculinos.

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La actividad laboral de la mujer -necesidad económica y exigencia cultural- genera tensiones en su vida a la vez que incrementa su poder en la esfera privada. Por un lado, las cuatro tareas cotidianas de la mujer (trabajar por un sueldo, criar a los hijos, ocuparse de la casa y gestionar al marido) exigen una supermujer que sólo puede guardar la sonrisa si se apoya en el trabajo de una empleada doméstica. Para la inmensa mayoría de las mujeres, la cuádruple jornada desquicia sus vidas y deslegitima la resistencia del hombre a asumir su parte de la carga del hogar. Al tiempo, disponer de un salario aumenta su poder de negociación. Las relaciones de do niinación en la familia están socavadas y la negociación se impone. Pero ¿en qué términos y con qué objetivos?

Aquí es donde, influye la tendencia creciente al individualismo en nuestra cultura. Tratamos de maximizar nuestros deseos, acumular en nosotros mismos. La familia se percibe cada vez menos como un fin en sí y cada vez más como forma de realización de esos deseos, y como los deseos de cada miembro de la pareja (y de los hijos adolescentes) no coinciden, la negociación ya no se refiere a lo que es mejor "para la familia" (tradicionalmente centrada en el hombre), sino para cada uno de los individuos que son sus miembros.

El resultado, en una palabra, es la crisis de la familia moderna, que los sociólogos llamamos "nuclear patriarcal". En la ausencia de nuevas formas familiares, que por ahora no se vislumbran, la tendencia que se manifiesta es la del separatismo creciente entre los sexos. La experiencia de Estados Unidos, sociedad en que el trabajo de la mujer, el individualismo y el feminismo se desarrollaron dos décadas antes que en España, es reveladora. Más del 50% de los matrimonios terminan en divorcio y la edad media del matrimonio se incrementa sustancialmente. Del total de hogares estadounidenses sólo un 25% corresponde a la imagen tradicional de la pareja con niños. Otro 25% de hogares son de personas solas. Y el resto corresponde a distintas formas de convivencia, siendo la que más crece los hogares uniparentales (un adulto con niños). Los datos españoles presentan cifras mucho más acordes con el perfil de la familia tradicional, pero las tendencias parecen ser semejantes. Por ejemplo, la Encuesta Metropolitana de Barcelona reveló un fuerte crecimiento de los hogares unipersonales en 1985 y 1990. En realidad, la situación de paro juvenil es lo que parece amortiguar las tendencias a la disgregación familiar, puesto que la edad de emancipación de los jóvenes se ha retrasado hasta los 28 años.

En todas las sociedades, la difusión de la homosexualidad y su práctica abierta no sólo es una expresión de la sexualidad y una ruptura con los tabúes represivos, sino un intento de escapar al conflicto con el otro sexo.

En un sentido prospectivo, las tendencias al separatismo entre sexos que se manifiestan en las sociedades avanzadas pueden verse reforzadas por la revolución tecnológica en curso. Las técnicas de reproducción de que ya se dispone permiten la separación total entre el poseedor del esperma, la poseedora del óvulo, la incubación del embrión y los (el, la) padre/ madre(s) finales del bebé. Algunos de ellos pueden incluso estar muertos, como en el caso del banco de esperma congelado de genios que existe en California para su venta anónima. Aunque dichas prácticas sean aún acontecimientos excepcionales, lo esencial es que podemos tecnológicamente disociar la reproducción biológica de la especie de la forma de reproducción social a través de la pareja. Y la historia muestra que los humanos tenemos tendencia a utilizar cualquier remedio tecnológico a nuestro alcance.

Asimismo, las tecnologías de realidad virtual pueden transformar las prácticas sexuales, sobre todo para los hombres, en una sociedad en que el miedo al contagio, el terror al otro sexo y la individualización del placer refuerzan el onanismo consumista. Y si la imagen parece excesiva, sería bueno recordar que en California los clubes de computer sex (excitación sexual interactiva a través del correo electrónico) están creciendo rápidamente como alternativa profiláctica a las complejidades de la promiscuidad sexual. El mundo, y España, no tienen por qué ser California. Pero eso decíamos también de los patinadores urbanos antes de que surcaran en masa nuestras avenidas.

¿Hay alternativas al separatismo sexual? ¿Puede salvarse la familia? Desde luego, esta familia no. Es simplemente cuestión de tiempo el que, en nuestras sociedades, se desintegre la familia

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es miembro de la Academia Europea (Sociología).

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