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Las tripas de la radio

Las estrellas de las emisoras confian en los 'magazines' y en la participación del oyente

¿Por que la radio española, como su hermana mayor la televisión, ha entrado en una guerra de estrellas y una despiadada batalla por las audiencias? ¿Por qué se les llama estrellas a los comunicadores, locutores o periodistas? ¿Cuáles son sus relaciones con las empresas y la publicidad? ¿Por qué hay oyentes de programas y no de emisoras? ¿Qué hay de nuevo en este viejo, caliente y entrañable medio? A estos y otros interrogantes respondieron la semana pasada en los cursos de verano de la Complutense algunas de las figuras más escuchadas de la radio española.Los géneros de los programas radiofónicos no han variado. Lo que ha cambiado es el uso del lenguaje, los puntos de vista y el criterio de abordar la comunicación con los oyentes: el dinamismo de los informativos, la multiplicación de las tertulias, la introducción del cotilleo y el humor. Tampoco se vislumbran grandes transformaciones para el futuro, la idea de grandes magazines tiene cuerda para rato", en este punto coincidieron.

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Con la llegada de las televisiones privadas se auguró la desparición de las programaciones generalistas, enfocadas a audiencias grandes y difusas. "Nos dijeron que tendríamos que irnos a EE UU a empollamos en algún master, porque el futuro de las cadenas estaba en la superespecialización", sentenció el periodista Julio César Iglesias.

La ex directora de Días de Radio, Concha García Campoy, que batió récords de audiencia en la SER conquistando a los oyentes del fin de semana y ahora estudia su futuro, explicó lo que define a una estrella de la radiodifusión: "Es una cuestión de vanidad y de arrogancia. Se nos puede llamar locutores o comunicadores; yo me siento más cómoda con esta última definición. La credibilidad es nuestro patrimonio. Un comunicador es un reflejo de la sociedad que tiene una capacidad de captación de colaboradores con talento".

En cuanto a las sustanciosas relaciones radio-publicidad, García Campoy opina que no hay que tener la pacatería de la virginidad. Aunque "sí deberíamos tener cuidado de que no se mezcle fraudulentamente con la información". En los mismos términos piensa la estrella de las mañanas de la COPE, el periodista Carlos Herrera.

Su modelo es el de la radio emotiva: "Con la sobredosis de programas infomativos, la emoción se ha perdido. Con la democracia la radio se convirtió en un boletín de noticias. Pero ahora vivimos momentos felices".

El peso específico de Luis del Olmo en la radio española fue repetidamente reconocido por sus compañeros. Consciente de que conscita tantos admirados como detractores dijo: "El día que no tenga detractores me cortaré la coleta, los necesito, por que el oyente que me pone verde me corrige. Si no tuviera enemigos los inventaría".

Si para Herrera no hay casi nada nuevo bajo el sol radiofónico porque "todo está inventado", para Del Olmo el teléfono ha permitido a los oyentes dejar de ser orejas pasivas, convirtiéndoles en programadores.

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