Estados Unidos descubre la ley
El triunfo de la selección local habría supuesto un notable progreso del interés por el fútbol en Estados Unidos. La derrota ha acentuado las hostilidades preexistentes. Porque, ¿qué deporte es este que viene a hospedarse en casa para infligir una gratuita humillación?, se dicen algunos. Los organizadores, con Alan Rothenberg a la cabeza, se esfuerzan en hacer entender que la clasificación para los octavos de final es un logro considerable y los medios de comunicación siguen consideraciones parecidas.Pero las gentes comunes se sienten descontentas y los hinchas del béisbol o football, iracundos. Éstos no desearon nunca verse perturbados por un campeonato extranjero largo, ininteligible y "tedioso". Según The New York Times, se asiste actualmente a un momento crucial. Podría ser el principio de una próspera etapa para el fútbol norteamericano tras haberse empapado en la salsa internacional o también el comienzo del fin de una ilusión -que resplandeció durante unos días.
Tony Meola, el portero norteamericano, declaraba en la rueda de prensa, tras el partido, que "si seguimos trabajando' durante los próximos cuatro años con la mitad de ímpetu que en los cuatro anteriores podremos ser campeones del mundo". Meola recibe clases de arte dramático en sus horas libres.
La cadena ABC había usado antes de la transmisión frente a Brasil este eslogan retórico: "¿Cree usted en los milagros?". El milagro tenía que producirse pero no se produjo. Por toda la nación estallaron los fuegos artificiales en honor de la independencia, excepto en el lugar del gol.
"La derrota es peor que la muerte, porque hay que seguir viviendo derrotado". Estas palabras que dirigió el entonces presidente Ford al equipo olímpico son trasunto de la cultura indígena. Ganar o perder posee una trascendencia de enorme entidad para los norteamericanos, en cuya atmósfera calvinista el éxito o el fracaso se relaciona con el directo aprecio de Dios.
Lo ocurrido en Stanford es, sin paliativos, una desgracia nacional que no alivia el sentido común ni las palabras. "Romario es el Michael Jordan del soccer y Bebeto, el Magic Johnson del soccer ", ha dicho el defensa norteamericano, Paul Caligiuri. ¿Cómo no comprender la dificultad para ganar? Se comprende pero no basta.
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