Los 'Lakers' de Rumanía
El equipo de Hagil despierta los mayores elogios del torneo
El lenguaje empleado en la crónica de The New York Times es tan florido que la traducción requiere diccionario e imaginación. Dice, aproximadamente, que "durante 90 minutos jugaron al fútbol como los Lakers al baloncesto, con espectaculares carreras desde un lado a otro, la entrega de unos pases de cine y unos goles capaces de cerrar el circo. Un contragolpe tras otro a ritmo de Fórmula 1. ( ... ) Una exuberante y persistente ofensiva, un dinámico fútbol de contragolpe vertiginoso salpicado de regates creativos, pases exquisitos, velocidad en la explotación de espacios y unos asaltos sin piedad a las porterías". Cuesta creer que los elogios no van dirigidos a la selección brasileña, sino a la de Rumania.Su victoria sobre Argentina fue, según el técnico Anghel Iordanescu, "el momento más grande del fútbol rumano. El mayor festejo popular desde la revolución". Iordanescu es el gran responsable de la revolución futbolística que ha convertido a Rumania en cuarto finalista por primera vez. Hasta ahora siempre había sensación de abulia y de vestuario dividido. Iordanescu ha sacrificado vacas sagradas como Lacatus y ha construido una plantilla donde Belodedic es el más veterano, con 30 años.
'lordanescu, 64 veces internacional con Rumania y ayudante de Emerich Jenei en el Steaua vencedor del Barcelona en 1986, llegó a California sabiendo que su enemigo era el egoísmo de algunos jugadores que levantaban ampollas entre sus propios compañeros. En el hotel Ambassador Suites de Arcadia, convirtió a la selección rumana en una sociedad tan secreta que el jefe de prensa de la FIFA amenazó con multarlos.Mientras tanto, trabajaba un esquema de juego ideado para sacar el máximo provecho a sus hombres clave. Hagi, pensaba, no forma parte de un centro del campo válido, sino que debía ser añadido al centro del campo como una guindilla. En lugar de resaltar todavía más la fuerza con la alineación de un extremo como Lacatus, optó por actuar con un delantero fijo -Raducioiu y, en su ausencia, Dumitrescu- y mucho espacio. Apuntaló las zonas vitales con piezas de garantía como Petrescu, del Génova, y Popescu, del PSV Eindhoven. La selección rumana sale al contragolpe con una velocidad vertiginosa y aprovecha el genio y la inspiración de Hagi, Raducioui y Dumitrescu para cortar el aliento rival. lordanescu intenta echar de nuevo el cierre mientras prepara la cita con Suecia. Pero entre el público ha estallado la Ru-manía.
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