El ahorro de las familias sube hasta el 7,1% del PIB por el temor al paro y a menores salarios
La crisis económica ha tenido también su aspecto positivo. Tanto las familias como las empresas han mejorado su capacidad de financiación el pasado año. Lo que es lo mismo, han aumentado su ahorro hasta los niveles de 1986. El temor al desempleo y a unos salarios reales más bajos explica que la tasa de ahorro de las familias haya alcanzado, por primera vez desde ese año, el 7,1% del PIB. En la otra cara de la moneda, el ajuste de plantillas, los menores costes salariales y el descenso de tipos de interés ha permitido también a las empresas volver a tener capacidad para financiarse.
Estos datos, recogidos en el informe sobre la economía española en 1993 que la pasada semana publicó el Banco de España, reflejan lo que suele ser normal ante las crisis económicas: el miedo guarda la viña. Es decir, el ahorro de familias y empresas ha seguido el rumbo contrario al de la actividad económica. Altos crecimientos han dado lugar a bajas tasas de ahorro y al revés.Es lo que ha venido ocurriendo en los últimos años y especialmente en 1993. El pasado ejercicio, la tasa de ahorro de las familias en relación al producto interior bruto (PIB) se ha situado en el 7,1 %, un nivel que sólo se alcanzó ocho años antes. Igualmente, las empresas han recuperado su capacidad de financiación (0,6% del PIB en 1993), tras arrastrar tasas negativas (necesidad de financiación) desde 1986.
El aspecto negativo de este vuelco en la situación del ahorro nacional privado es que la inversión y el consumo se han hundido el pasado año a niveles históricos, lo que ha arrastrado al conjunto de la economía.
El aspecto positivo es que la recuperación económica, que ahora se apunta desde el sector exterior, cuenta así con dinero dispuesto a entrar en los circuitos del consumo duradero y la inversión productiva capaces de dar el empujón definitivo a la superación de la crisis económica.
La recuperación de la tasa de ahorro de las familias se produjo el pasado año a pesar del aumento de la tasa de paro. El papel "equilibrador" de las prestaciones sociales permitió que la renta familiar bruta disponible ganara, sin embargo, terreno en relación al PIB (del 69,5% en 1992 al 71,2% el pasado año).
Este empuje no se tradujo en mayor consumo sino que elevó la tasa de ahorro. A ello ha contribuido también el nivel relativamente alto de los tipos de interés, lo que ha fomentado la colocación sobre todo en fondos de inversión con elevadas rentabilidades en renta fija.
Indemnizaciones
La fundación FIES de las Cajas de Ahorros añade argumentos. La propia crisis se ha traducido en que ha aumentado el colectivo de quienes tienen más motivos que nadie para salvaguardarse frente al futuro: los despedidos y los que se han acogido a jubilaciones anticipadas. Todos ellos cobraron en conjunto importantes indemnizaciones -556.000 millones de pesetas según FIES- que en lugar de gastar, ahorraron. También ha influido la elevada trasferencia de fondos de la Política Agraria Común -estimada en otros 463.125 millones de pesetas- a los agricultores a quienes ha beneficiado en este sentido la depreciación de la peseta.Las empresas, por su parte, han replegado sus proyectos de inversión ante la dureza de la crisis, lo que ha permitido también recomponer su tasa de ahorro y su capacidad de financiación. El Banco de España considera que "el fuerte ajuste registrado en términos de empleo permitió alcanzar un elevado crecimiento de la productividad aparente y una significativa desaceleración de los costes laborales unitarios". Los costes financieros soportados por las empresas también se han desacelerado, en especial durante la segunda mitad del año. Por último, el exceso de la capacidad instalada ha reducido las necesidades de nuevas inversiones y, por tanto, de financiación de las empresas.
Fuentes del Ministerio de Economía apuntan, al respecto, que estos datos demuestran que recuperar la tasa de ahorro no depende, como insiste por ejemplo el Partido Popular, de mayores incentivos fiscales.
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