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La familia del banquero mexicano Harp acepta pagar el rescate

Eran las 23.10 horas del jueves. El principal informativo nocturno de televisión mexicana interrumpió su emisión y dio paso a tres hombres trajeados. Eran el hijo y un socio del banquero Alfredo Harp, secuestrado el pasado 14 de marzo, a los que acompañaba un sacerdote. Ante los ojos de millones de personas, anunciaron su intención de pagar el rescate y el compromiso de la policía de no intervenir. Cumplían así las exigencias de los secuestradores de Harp incluidas en un ultimátum que expiraba 20 minutos más tarde.Todos los periódicos habían comenzado el día con la cuenta atrás en sus primeras páginas. La expectación era enorme. Alfredo Harp Calderoni, hijo del secuestrado, José Aguilera, su apoderado, y el jesuita Carlos Vigil, rector de la Universidad Iberoamericana, comparecieron tranquilos ante las cámaras. El contable leyó un comunicado en el que se aceptaba, en cumplimiento de las instrucciones del banquero y con el consentimiento de su familia, "efectuar el pago de la suma" exigida por los secuestradores y se garantizaba que la policía quedaría al margen "por razones humanitarias".

"Ante Dios y ante la opinión pública a la que han recurrido los secuestradores", concluía la nota, "quedan éstos emplazados a liberar al señor Harp a la mayor brevedad en el plazo que establecieron ellos mismos".

4.200 millones de pesetas

Los secuestradores de Harp, de 50 años, presidente y copropietario del mayor grupo financiero del país, el Banco Nacional de México (Banamex),. tenían lo que querían. El pasado lunes, habían lanzado un ultimátum: si la familia no se comprometía en los tres días siguientes a pagar el rescate negociado por el propio banquero, que ronda los 30 millones de dólares (unos 4.200 millones de pesetas), Harp sería "ejecutado". Los captores querían un compromiso público y sugirieron el informativo de televisión. Si todo se desarrollaba según lo previsto, liberarían al financiero en un plazo de 72 horas. De lo contrario, lo matarían.El secuestro de Harp, que compró Banamex al Estado a raíz de su privatización, en 199 1, había desestabilizado enormemente la Bolsa mexicana, donde aquella empresa cuenta con la cartera de valores más importante (13.000 millones de dólares).

Después de Harp, otro de los grandes empresarios, Angel Losada, de origen español, ha corrido la misma suerte. Su caso está rodeado de total mutismo. Algunas versiones consideran que estos secuestros no son ajenos al estado de convulsión que vive el país en este año electoral. Precisamente, en un vídeo enviado hace dos días por los secuestradores, Harp afirmó que el riesgo de ser ejecutado le llevaba a romper un silencio que había guardado para no ser "un factor más de desestabilización". "Sé que nuestro país está viviendo momentos difíciles. Déjenme hacer algo", dijo. "Soy mejor noticia para México vivo que muerto".

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