Caza humana
La policía de Los Angeles busca a O. J. Simpson, una estrella del fútbol americano acusado del asesinato de su ex esposa
La realidad siempre supera a la mejor ficción, incluso en Los Angeles. El protagonista principal, O. J. Simpson, de 46 años, uno de los deportistas más queridos de Estados Unidos. Jugador de fútbol retirado, el éxito le acompañó una vez abandonada su vida deportiva. Ha sido actor en la taquillera película 'Agárralo como puedas', forma parte del escogido grupo de jugadores presentes en el Hall of Fame (Galería de la Fama) y desde 1975 era la cara elegida por la compañía de coches de alquiler Hertz para sus anuncios. Alto, fuerte, guapo y con esa sonrisa estilo Magic Johnson. Ahora es el fugitivo. La policía de Los Angeles ha desplegado todas sus fuerzas para capturarlo.
Hasta el pasado lunes, su vida parecía inmejorable y lo único que le había salido mal era su matrimonio con Nicole. Casados en 1985 y separados en 1992, al parecer mantenían una buena, relación, e incluso amigos suyos han comentado que ambos estudiaban la posibilidad de volver a casarse.
Esta posibilidad se ha esfumado. Unas huellas de perro manchadas de sangre en los alrededores del apartamento de Nicole posibilitaron el hallazgo de dos cadáveres. Uno, el de la ex esposa de Simpson. El otro, el de Ronald Goldman, un camarero de 25 años. Una vez descubierto el doble asesinato, las elucubraciones se disparan y O. J. Simpson se convierte en el principal sospechoso. Se encuentran en la escena del crimen rastros de sangre que no pertenecen al grupo sanguíneo de las víctimas.
Simpson daba la impresión de prepararse para luchar en su defensa. Anunció que se entregaría ayer y luego desapareció. Ahora temen que se suicide -tiene en su poder un arsenal-, pero antes había sustituido a su antiguo abogado, Howard Weitzman, por uno de los defensores más prestigiosos de EE UU, Robert L. Shafiro. Su nuevo representante no tardó en declarar que su defendido tiene coartada. Según Shafiro, a la hora del crimen Simpson estaba en su casa esperando una limusina que le llevase al aeropuerto, desde donde había de volar a Chicago para un asunto relacionado con la publicidad. Simpson realizó tal viaje, pero sólo pasó tres horas en el hotel de Chicago. Según un empleado, llegó con muy buen humor, pero se marchó muy enfadado y recriminando al recepcionista lo que tardaba en darle la liquidación.
La policía ha acusado formalmente a Simpson. Siguen las investigaciones, y agentes de Los Ángeles se trasladaron a Chicago para buscar pistas en la habitación que había utilizado el sospechoso. Viaje en balde, pues entre la visita de los policías de Chicago y la posterior de sus colegas californianos, el servicio de limpieza había pasado ya por allí.
En el maremágnum de noticias y rumores, ahora ha salido a la luz el informe de la policía sobre un incidente entre O. J. y Nicole el día de Año Nuevo de 1988. Después de una fuerte discusión, al parecer Simpson agredió a su esposa, con patadas incluidas, y para completar el cuadro la amenazó de muerte. La psiquiatra de Nicole ha declarado que ésta sentía temor hacia O. J., que, según ella, pasaba noches enteras escondido en el coche a la puerta de su apartamento, espiándola.
El jueves se celebraron los funerales por los dos asesinados. O. J. Simpson asistió al de su ex esposa, en la iglesia católica de Saint Martin Tours en Lake Forest (Los Ángeles), junto con sus dos hijos, Sydney, de nueve años, y Justin, de seis. Amigos del ex deportista declararon a diversos medios que O. J. se encontraba desolado y sumido en una fuerte depresión. A unos pocos kilómetros de allí se le daba el último adiós a Ronald Goodman. Su padre ha desmentido desde un principio que Nicole y Ronald mantuviesen relaciones. El planteamiento del drama está servido. Simpson, por el momento, no anunciará más coches de alquiler.
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