Se mueve
Como en esas películas que empiezan con un fotograma congelado y, cuando acaban los títulos de crédito, se ponen en acción, creando una sensación de contagioso dinamismo, tengo yo ahora la impresión de que por fin estamos moviéndonos, de que este país ha salido de su catatonia porque le han besado en los labios sus propios habitantes, los electores, que son el príncipe encargado de despertar a las democracias hibernadas. El leñazo que se le ha dado al Gobierno y al partido que lo sustenta ha sido de campeonato, y ni siquiera sus autistas más expertos pueden escapar al baño de realidad que acaban de recibir.De repente, leer los periódicos por la mañana se convierte en una tarea apasionante y no en una continua fuente de frustración, porque sabemos que en la elaboración de las noticias participamos nosotros dando el lid el pasado domingo: marchando una de espabilarse. Ahora sólo falta que los partidos actúen con responsabilidad, y cuidadito tendrán, porque saben que ya no nos chupamos el dedo.
Otra cosa es el PSOE. ¿Querrá González abandonar el callejón sin salida a que le ha llevado una opción política desarrollada a espaldas de sus electores? Sospecho que ni quiere, ni puede, ni sabe. ¿Podrá el partido matar al padre para recuperar las esencias sin caer en la tentación de instalar en el sillón a un padrastro -pienso en Guerra- que es igualmente responsable del descalabro, aunque ahora esté desmarcado? Misterio. En cualquier caso, la horda no debería olvidar -lo escribió Freud- que el puesto del jefe debe de quedar vacante, porque no hay goce en él. Es la tribu la que debe hacerse adulta y actuar por sí misma.
Los votantes lo hemos hecho. Nos hemos cargado al patriarca. A partir de ahora todo debe ser distinto.
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