El deseo de prosperidad económica, explica el triunfo del 'sí' austriaco a la Unión Europea
Los austriacos han dado un mayoritario y sorprendente sí a la Unión Europea con la cabeza, pero también con el bolsillo. Ante el deseo de mantener su envidiable nivel económico y el temor a un aislamiento en el centro de Europa, entre una Unión Europea (UE) ampliada y un Este convulso, el 66% de los austriacos decidió el domingo respaldar su adhesión a la UE con una altísima participación, el 81%. Los partidarios del no sólo han logrado apoyo a sus tesis entre los agricultores más conservadores, la extrema derecha y un sector de los ecologistas.Con la alegre resaca del triunfo, el Gobierno de coalición de socialdemócratas del SPÖ y democristianos del ÖVP afronta ahora la cita de las elecciones generales de octubre con la ilusión de arrinconar al líder ultraderechista, Jörg Haider, dirigente del llamado Partido Liberal.
La estrategia catastrofista de Haider, con su circense exhibición en televisión de yogures españoles con cochinillas -un colorante legal en toda la UE y en productos cosméticos y alimenticios de Austria- ha fracasado de forma estrepitosa. La visión apocalíptica que la extrema derecha ha ofrecido durante la campaña del referéndum inclinó a muchos indecisos hacia el sí.Profundamente divididos entre la opción de una crítica desde dentro de las instituciones europeas o una abierta beligerancia en contra, los Verdes han pagado también la factura de su diletancia. De hecho, su tradicional electorado se ha partido en dos ante el referéndum. Un 58% de sus fieles votó no, frente a un 42% que lo hizo a favor. Tanto Haider como los Verdes, que han formado una curiosa alianza, se han apresurado a subrayar que vigilarán que el Gobierno cumpla sus promesas en Bruselas.Las medias verdades
De cualquier modo, algunas verdades a medias de la campaña oficial le estallarán pronto en las manos al Ejecutivo de Franz Vranitzky. Austria debe prepararse para una incorporación a la OTAN a medio plazo y para un eventual aumento de los impuestos con destino a los fondos de cohesión y a las ayudas a los países del sur europeo.
Pero de momento el Gobierno tiene sobrados motivos para el optimismo, ya que amplísimas capas sociales de austriacos han respaldado su política europea. Empleados, obreros, profesionales, universitarios y clases medias urbanas dieron obedientemente un significativo vuelco a los sondeos que presagiaban un resultado favorable para la adhesión, pero muy ajustado. El ministro de Exteriores, Alois Mock, auténtico y emocionante héroe de la jornada del referéndum por la grave enfermedad que padece, se mostró eufórico por la positiva repercusión que este masivo sí tendrá en los referendos de los países nórdicos (Suecia, Finlandia y Noruega) en otoño.
La euforia europea también se dejaba sentir en los comentarios de la prensa vienesa de ayer que, salvo excepciones, resumía en sus titulares cómo Victoria de Austria el balance de las urnas. "Europa no se puede reducir a cuotas de azúcar ni mucho a menos a colorantes de cochinillas. Europa es una gran idea. Los austriacos han optado por ese gran proyecto", señalaba ayer el editorial del diario Kurier.
Los adversarios de la UE insisten una y otra vez en que la gigantesca propaganda oficial y de la mayoría de los medios de comunicación ha influido de modo notable sobre los indecisos. Pero ignoran que resulta muy dificil contrarrestar con supuestas amenazas contra el medio ambiente o proclamas contra los extranjeros el peso de las instituciones. Sensatos y tradicionalmente respetuosos con los poderes establecidos, dos de cada tres austriacos han votado con la cabeza y con el bolsillo en una de las democracias más estables y ricas de Europa.
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