Pensiones de miseria
Somos vecinos de una anciana de 84 años de edad en precario esta do económico que, como otras personas en su caso, recibe una pensión no contributiva otorga da por la Comunidad de Madrid y que al inicio del año 1992 ascendía a 24.935 pesetas. Esta cantidad había llegado a dicha cuantía porque cada año se iba mejorando con el IPC correspondiente a cada ejercicio. Hasta principios de abril de 1992 se les abonaba la susodicha pensión por correo, sin gasto alguno para el beneficiario.A principios de abril del año 1992 corrieron rumores, no sabe mos si interesados, en el sentido de que estas pensiones iban a ser igualadas a otras que, al parecer, existen de 35.000 pesetas. No se confirmaron los rumores, pero sí coincidieron con la orden emanada de la Consejería de Integración Social conminando a las personas interesadas a abrir cuenta corriente en banco o caja de ahorros en la que serían ingresadas las cantidades a cobrar, que a partir de entonces dejaban de ser abonadas por correo.
Ello significaba que los usuarios pagarían por un servicio que hasta entonces era gratuito, pues sabido es que las entidades bancarias no trabajan gratis y sí cobran por el servicio que prestan. Como colofón, a partir de ese mes de abril de 1992 se han congelado esas ayudas, puesto que han dejado de ser incrementadas con el IPC correspondiente como hasta entonces se hacía. Por este inhumano procedimiento, la Comunidad de Madrid ha rebajado la ayuda a la tercera edad en unas 2.500 pesetas mensuales aproximadamente. Todo ello muy progresista y muy caritativo por parte de la conjunción PSOE-IU, que regenta actualmente esta comunidad, coincidiendo con las noticias publicadas en la prensa sobre el aumento de altos cargos con suculentos sueldos comunitarios. ¿Fue por ventura esta congelación de ayuda a la tercera edad para ayudar a sufragar estas prebendas?
Solicitamos que se les pague lo atrasado correspondiente a los IPC anteriormente no abonados y en lo sucesivo los tengan al día.
No es mucho pedir si tenemos en cuenta que ancianos beneficiados con esas ayudas tienen que pedir limosna en la calle porque, tras pagar el alquiler de sus viviendas, agua, luz y alguna que otra ineludible cosa, no les queda para llevarse un trozo de pan a la boca, lo que en un Estado de bienestar, ¡qué sarcasmo!, es inadmisible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.