Pantani, el alumno que no ronca
La fábula del patito feo no anda muy lejos de la transformación de Marco Pantani, el joven de 24 años que ha revolucionado el Giro y a Italia entera. Cuando era un chaval que se pasaba el día con el balón en los pies, uno de esos entrenadores que sólo quieren atletas imponentes, le cerró el paso con el típico "eres muy canijo para el fútbol". No sabía el técnico qué favor le hacía a ese chico de 12 años que no se quitaba ni para dormir la camiseta con el número 7. El club ciclista Fausto Coppi, una institución que sólo acepta en sus filas a los ciclistas que sólo muestran cualidades innatas para convertirse en escaladores, le hizo entrenarse en su seno. Y ahí comenzó otra carrera de obstáculos, superados con la convicción de quien se sabe llamado para algo. El físico siempre estaba en su contra.Se abrió paso contracorriente. Tampoco le ayudaba su calvicie prematura. No daba la imagen. Incluso sus triunfos -tercero en el Giro aficionado del 90, segundo en el 91, primero en el 92, donde recuperó en dos días de montaña siete minutos que había perdido en las contrarreloj- no le permitieron que se abrieran de par en par las puertas del profesionalismo para su figura casi de murciélago, con sus grandes orejas.
Tuvo que ser el olfato del impagable Chiappucci y de su director Sandro Quintarelli lo que rescatara a Pantani. Le hicieron un hueco en el Carrera. Le dieron la confianza que le faltaba. "Yo, la verdad, no había comenzado este Giro con la intención de ganarlo, por delante estaba Chiappucci", explica el tímido romañolo de 24 años.
Pero las condiciones y las circunstancias han querido que yo haya tenido que asumir ese papel y esa responsabilidad".
Las similitudes con Chiappucci hacen pensar en una relación estrecha. De hecho, comparten habitación.
- Claudio, ¿por qué has elegido como compañero de habitación a Pantani?
- Es uno de los pocos del equipo que no ronca.
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