Punto final a la vieja guardia
Javier Arenas ha logrado renovar la imagen del Partido Popular andaluz
"¿Cree usted posible que en Andalucía gane alguna vez la derecha?". A Javier Arenas se le tensan los músculos del cuello, adopta un ademán grave y suelta la respuesta que tiene ya tan bien aprendida: "No la derecha, sino un gran partido de centro comprometido con nuestra tierra y capaz de generar ilusión". Salvo variantes, que no cambian el sentido de la frase, ésta es la idea que desde hace cuatro años ha impuesto el candidato del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía.En las elecciones de 1990, con el olvidado Gabino Puche como candidato, los hombres de Arenas borraron de las listas a parte de la vieja guardia de AP y colocaron en puestos claves a los que después cogerían el relevo. Durante este paréntesis -el candidato estaba en Madrid, pero controlaba cada paso de Andalucía- el camino se ha despejado, de manera que el calcetín, volteado trabajosamente, presente su lado menos descolorido justo ahora: valores de centro, ambición de alternativa y una militarizada maquinaria de organización. El resultado es que el PP de Andalucía no es lo que era. Llena las plazas mitineras de las capitales con una media de edad aceptable, y las de los pueblos (su bestia negra) con los suficientes adeptos como para no hacer el ridículo. Se redactan programas de Gobierno con medidas concretas, se ofrecen a las instituciones presupuestos paralelos, y la imagen -otro de los pilares sobre los que se apoya el PP de Arenas- ha perdido dureza, aunque un sondeo del propio partido de diciembre pasado dibujaba un perfil del candidato encajado en la derecha tradicional.
Lo que reflejó entonces la encuesta resultó poco alentador. Algunos de los preguntados describieron a Arenas como un jovenzuelo embadurnado de gomina que pasea a lomos de un espléndido caballo por la Feria de Sevilla. Y eso que el mentado Arenas jamás ha tenido por costumbre ninguna de las dos cosas. Los populares andaluces doblaron sus esfuerzos para extirpar de la memoria de los votantes la impronta de derecha caciquil y acentuaron el mensaje de centro. Los elogios a la UCD se dispararon y se vendió acompañando a la biografía del mismo Arenas, su pasado en el partido democristiano de Óscar Alzaga y en el de Adolfo Suárez.
Dogmas de refundación
Al mismo tiempo, Javier Arenas daba los últimos toques a la estrategia que comenzó en 1990. Las estructuras locales de organización de los 122 municipios andaluces demás de 10.000 habitantes, donde el PP arrastraba el marchamo de partido de los ricos, fueron puestas del revés y férreamente sometida a los dogmas de la refundación. Incluso se revisó la afinidad ideológica de 645 concejales independientes para promover su captación. Cuando se celebró el congreso regional -en el que Arenas se hizo con la presidencia- la parte más árida del trabajo estaba ya terminada y el PP pudo preservar con tranquilidad la proyección de unidad que después confrontaría al revuelto partido socialista. La guinda fue incorporar independientes de prestigio.
A pesar de todo, el público mitinero de las localidades pequeñas no está muy al tanto de los nuevos vientos. Si Javier Arenas o alguno de los candidatos elogia la UCD, glosa la democracia o, peor, exclama lo de "¡Somos un partido de centro!", la concurrencia pone cara de no entender y espera, con las manos preparadas para hacer palmas, algo así como:"¡Que se vayan estos socialistas!".
No se comprendería el afianzamiento de Arenas sin la sólida plataforma de imagen que siempre le acompaña y se encarga de escudriñar hasta el último plano de las cámaras de televisión. Le quitan las botellas de vino de enmedio si el candidato se dispone a hacer declaraciones en la mesa donde acaba de comer, le anudan la corbata y le suben permanente a un entarimado, aunque la intervención dure tres segundos. Un descuido propició que apareciera en una revista mientras le limpiaban los zapatos. La obsesión por salir bien se extiende al resto del partido. Los cinco primeros de cada lista han tomado lecciones de telegenia y no se apartan jamás del guión. Nada que ver con la campaña de Gabino Puche cuatro años atrás, dejada de la mano de Dios. Llamó mucho la atención el cartel electoral de Puche, cuyo lema, Andaluz como tú, se colocó con tan poca fortuna que el "anda" le entraba exactamente por una oreja y el "luz" le salía por la otra.
El PP de Arenas ha redoblado el mensaje andalucista. No en vano fue el niño mimado del ex ministro de Cultura de la UCD Manuel Clavero Arévalo, quien dejó el cargo por su disconformidad a que Andalucía accediera a la autonomía por la vía lenta, como pretendía Suárez. El acercamiento a posturas moderadas y la aspiración nacionalista del nuevo PP regional se resumen en el lema: Centrados en Andalucía.
Las encuestas le otorgan la ruptura del techo tradicional y colocan la horquilla entre 34 y 40 escaños, toda una marca para los populares del Sur.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.