Una campaña de caballeros
Con la política española llena de sospechosos en libertad provisional, los candidatos populares arrancaron ayer su campaña electoral con la promesa de portarse como caballeros. La ansiada victoria-ha de ser clara y limpia, y no agria, como el turbión de escándalos que arrastra la actualidad. Con la batala de la opinión pública ganada y os socialistas mellados y a la defensiva,la consigna es correr el último kilómetro sin salirse de la pista. Abel Matutes, que es el candidato circunstancial, como lo es Fernando Morán en el PSOE, abrió su primera conferencia de prensa con piropos para su rival socialista y para Marín, el comisario del PSOE, compañero de años en la Comisión Europea. Matutes, a quien los socialistas le llaman millonario, no se sabe si con admiración o rencor, no lleva Rolex de oro, viaja en clase turista y promete que sólo quiere hablar de política europea.Y cuando los periodistas se empeñan en preguntarle por declaraciones ajenas en busca de alguna réplica que dé nutriente a los titulares, Matutes sonríe socarrón y advierte a los periodistas que son ellos los que no preguntan por Europa.
,Y es que en esta campaña todo el mundo está con la calculadora electoral en la mano, trazando ecuaciones imposibles: cada escaño, en circunscripción única, supone una diferencia de un 1,45% de votos sobre el rival. ¿Cuándo un resultado es una catástrofe para el PSOE? Matutes, que va con el pie en el freno para que el triunfalismo no acabe en tragedia, dice que un voto más es una victoria; un escaño más, un triunfo, y a partir de dos escaños de diferencia, un cambio sustancial en la política española.
Y en eso Matutes, el candidato circunstancial, no hace más que seguir la consigna de José N4aría Aznar, el candidato esencial. El éxito es que vence nor un voto. Y en el PP saben que el carisma crece a la sombra de las victorias. "El 12 de junio no se trata de echar a González, ni a los socialistas", sugería Matutes, se trata sencillamente de ganarles, "la primera victoria electoral del centro-derecha desde 1979", añadía, con un deje de nostalgia.
Matutes cumplió su palabra en la plaza de toros de Murcia, donde hizo un discurso serio, a ratos vibrante, hablando de Murcia y Europa, de la huerta y el vino, de la pesca y la crisis industrial. Y los agricultores que estaban en los tendidos se lo agredecieron, porque las fresas, los melocotones, su futuro.
Pero los militantes y simpatizantes de Murcia querían ver, aplaudir, corear a Aznar, llamarle "torero" y "presidente", rugir cuando se dejaba caer el nombre de Roldán, saborear juntos un anticipo de la victoria que se anuncia. que las descalificaciones y de los insulto a un mensaje en que las palabras lo fueron los ejes fundamentales el cambio del cambio: un Gobierno y fuera de España.
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