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El Madrid desfigura al Barça

El equipo de Luyk repite título tras un desastroso partido de los azulgrana

Robert Álvarez

El Madrid dejó al Barcelona sin huellas dactilares y se llevó su segundo título consecutivo de una forma aséptica. No hubo final, si por ello se entiende algún argumento con suspense entre dos equipos de élite. Ni una sola vez mandó ayer el Barcelona. Tan sólo 16 minutos, en número redondos, anduvo el cuadro azulgrana por delante en los dos primeros encuentros: 16 minutos sobre un total de 120. No hubo final.La diferencia no tiene precedentes: 3-0 y ninguna alternativa, ninguna sensación de que el Barcelona se acercara a la velocidad de crucero que mantuvo sin altibajos el Madrid. Tal vez esa fue la mejor virtud del campeón.

No perdió la compostura en ningún momento de la serie. Ni cuando el juego se hizo más tosco, más propenso a ser manejado a conveniencia por un Barcelona que se distingue por saber defender al límite, ni cuando perdió el concurso de Biriukov para el partido de ayer. Una baja que se añadió a la de Antonio Martín -lesionado hace varias semanas- y que le dejó capitidisminuido.

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Sabonis y Arlauckas se hicieron fuertes, captaron la adhesión de los pocos efectivos que quedaban a su lado y con ello bastó y sobró para dar cuenta de uno de los peores barcelonas que se recuerdan.

No tuvo historia el tercer partido, menos aún que los dos primeros. El Madrid marcó el paso desde el principio, a pesar de un error al facilitar la alineación a los árbitros, por lo que tuvo que empezar con dos bases y sin Arlauckas. No hubo mayor problema.

Sabonis se hizo fuerte en la zona y el Barcelona en ningún momento encontró respuesta (11-24). No tuvo el Barcelona lanzamiento exterior. La evidencia fue tal que el primer defensor madridista flotó al atacante que pululaba cerca de él. Por lo demás, Epi y Crowder vieron cómo se les cerraban todos los caminos de penetración. No pudieron engatillar una sola vez con relativa comodidad desde tres o cuatro metros.

Roberts no existió. Sólo el estadounidense Massemburg, alejándose un tanto de Sabonis, logró dejar ver algún resquicio en la defensa del Madrid.

El Barcelona no existió (29-42 al descanso y 52-74 a poco del final) y el Madrid no precisó siquiera de la arrogancia de los campeones. Se limitó a navegar en aguas tranquilas. Kurtinaitis ofreció variedad a la inapelable superioridad de los suyos bajo los aros. Por su parte, el joven Santos y el base Antúnez aprovecharon los espacios que dejó Sabonis.

El lituano estuvo por acción o por omisión en todas las acciones, incluso se le vio suplantar a Luyk y pedir un tiempo muerto El Barcelona no encontró capital suficiente para pagar la plusvalía que requería un partido desagradecido para sus intereses. Los azulgrana ni siquiera pudieron beneficiarse de la presión de su público, calentado por una rivalidad extrema que no se avistaba en los últimos años y que surgió del reencuentro a estas alturas de la temporada de dos portaestandartes del fútbol. Mala cosa para el baloncesto, un desenlace tan lineal y unas expectativas tan frustradas.

Los fuegos artificiales no redimen para nada una final de Liga que caminó a piñón fijo desde el primer partido en Madrid, con todos los méritos que ello supone para el campeón, para el Real Madrid.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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