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Lujosos monstruos

Alquilar una limusina de gran lujo y ocho metros de longitud durante ocho horas cuesta más de un mes de salario mínimo

Por unas 77.000 pesetas, 17.000 pesetas más del salario mensual mínimo, se puede alquilar en Madrid durante una jornada los casi 8 metros del modelo de automóvil más raro y destacado de cuantos circulan por las calles: la limusina. Su lujo y su confort lo convierten en emblema del éxito y expresión de un tren de vida inalcanzable para la gente normal, señaladamente la más joven. Odiada por unos y codiciada por otros, la limusina es todo un signo de tiempos de contrastes. Sus ventanillas, casi siempre oscurecidas, incitan a averiguar quién viaja en su interior y qué secretos esconde.Detrás de las numerosas ventanas tintadas y de las puertas macizas de una limusina suele viajar una persona pudiente y caprichosa, el invitado de una firma millonaria o cualquier otro individuo que quiera señalar dentro de un vehículo así su identidad, rubricar una visita o realzar un acontecimiento, habitualmente una boda. De presumir se trata.

El viajero se sienta sobre un sofá de cuero elegante y caro. Dispone de teléfono interno para conversar con el conductor, del que queda separado por un cristal. Lleva también radioteléfono para hablar con él exterior. Puede ver televisión y vídeo; cuenta con un sistema de radio de alta fidelidad, así como con un bar con frascas de facetas brillantes para whisky y licores; dispone de nevera y uno o dos sistemas de acondicionamiento de aire. Todo ello suele ir instalado sobre un bastidor de madera noble que impregna lodo con su caro aroma.

Invención estadounidense fruto del sobreconsumo de acero de los años veinte, espoleada por el deseo de algunos jefes de Estado y magnates de sacralizar con ellas su poder, las limusinas presentan singularidades en su fabricación. Si no son seriadas, los carroceros construyen un automóvil de tamaño normal y cortan su chasis tras los asientos de conducción; separan luego la parte anterior de la trasera; crean un segmento con ventanas y puertas imitadas de las ya existentes y acoplan el segmento, tras alargar la transmisión, reforzar el suelo y homogeneizar la estructura interior, el mobiliario y la tapicería.

En Estados Unidos una limusina puede adquirirse por unos 75.000 dólares, y en España su precio real supera esos 10.000.000 de pesetas como consecuencia de los aranceles. Madrid cuenta con un parque de unas diez limusinas de gran lujo de, alquiler. El precio de una de ellas durante una jornada de 8 horas -unas 77.000 pesetas- incluye un seguro; la remuneración del conductor, que subirá un poco más si habla idiomas; éste trabajará siempre uniformado de oscuro; su comida, fijada en 1.600 pesetas, se abona aparte. El alquiler abarca 150 kilómetros de trayecto. Cada kilómetro de más costará al arrendatario entre 275 y 300 pesetas. Si decide ampliar el plazo, la hora suplementaria deberá ser pagada a unas 11.000 pesetas. A todo ello hay que sumar el 6% del IVA.

La limusina Lincoln Town Car de 4 puertas y color gris metalizado, de un alquiler de la calle de Cartagena, mide 7,80 metros de longitud y 1,90 metros de anchura. Ocupa al menos dos plazas amplias de estacionamiento. Hay calles de la ciudad, sobre todo del Madrid de los Austrias, donde materialmente no entra. De otras, no saldría. "Esta limusina la estrenó en España el actor Chuck Norris, que vino invitado por una telecadena privada. Actores como Michael Douglas y Jack Nicholson también han viajado en ella", dice orgulloso su conductor, bilingüe, Antonio López.

Posee un motor del tamaño de una mesa de comedor, con 8 cilindros en V. Consume unos 15 litros por cada 100 kilómetros en carretera y diez más en ciudad. Su cuenta kilómetros marca 220.

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Sus mecánicos examinan con devoción la destellante carrocería del automóvil millonario; las ventanas, oscurecidas, esconden mullidos sofás que parecen aguardar a otro influyente viajero.

Limusinas. Véanse las Páginas Amarillas de la Guía Telefónica.

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