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La OTAN niega a Moscú el derecho de consulta automático y el veto sobre la defensa de Europa

Lluís Bassets

Rusia firmará el tratado de Asociación para la Paz (APP), ofrecido por la Alianza Atlántica a todos los países europeos, incluidos los que pertenecieron al Pacto de Varsovia, según explicó ayer el ministro de Defensa ruso, Pável Grachov, a los ministros de Defensa de la OTAN. El presidente ruso, Borís Yeltsin, ha zanjado así las diferencias entre el grupo de presión militar, que rechazaba la firma de la APP, y los diplomáticos que desean vínculos estrechos con los aliados. Grachov expondrá hoy los deseos rusos de unas condiciones especiales de adhesión a la APP. Los aliados están dispuestos a reconocer el carácter de superpotencia nuclear de Rusia, pero no quieren traducirlo en términos de un documento jurídicamente vinculante ni que se derive una especie de derecho de veto y de consulta automática a Moscú sobre las acciones de la OTAN en Europa.

Rusia no quiere recibir un trato equivalente al de sus antiguos países satélites y pide una APP enriquecida, consagrada en un protocolo anejo. Los países firmantes de la APP temen, en cambio, que se produzca un nuevo reparto del continente a sus expensas y desean escabullirse de una vez de la esfera de influencia que reclama Moscú. Estados Unidos, el país que lanzó la idea de la APP como respuesta a la avalancha de peticiones de ingreso en la Alianza, habla únicamente de unas relaciones especiales en las que se produzca un "diálogo intensificado o profundizado", pero rechazan que se rompa el trato igualitario. España y Francia apoyan con calor esta posición frente a la mayor flexibilidad de otros países, como Alemania."El general Grachov ha hablado en un tono muy distendido, sobre todo cuando se le ha sometido a preguntas", indicó el ministro español de Defensa, Julián García Vargas. "Quiero destacar que el hecho de que esté aquí, haya explicado la doctrina oficial rusa y haya anunciado formalmente la adhesión a la Asociación para la Paz le da un carácter muy importante a su visita", añadió. García Vargas calificó la visita del ministro de Defensa ruso de "hito histórico".

La posición aliada parte del "reconocimiento de la realidad de Rusia como superpotencia mundial", según palabras repetidas por fuentes atlánticas. "A todos, incluidos los países de Europa central y oriental, nos interesan unas relaciones más estrechas con Moscú", aseguraban las mismas fuentes, que cifraban la intensidad de las relaciones en la voluntad de participación de Rusia, en su aportación al contrato de APP y en su plena transparencia ante los otros países.

No puede haber ningún nuevo reparto de Europa que sugiera la idea de un Yalta II. Tampoco se admite un derecho de consulta automático sobre todas las decisiones de la Alianza. Y mucho menos el derecho de veto sobre el ingreso de nuevos países o sobre determinadas decisiones, tal como quisieran algunas personalidades rusas, como el presidente de la Comisión de Defensa de la Duma (Cámara baja), Serguei Iuchenkov. Esta es la doctrina sobre Rusia elaborada por el Consejo Atlántico para salir al paso de las exigencias que presentará hoy Grachov ante los ministros de Defensa.

Además, la OTAN considera que las relaciones con Rusia deben ser directas, sin mediación alguna a través de la CSCE (Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa) o de la CCAN (Consejo de Cooperación del Atlántico Norte). No ha lugar tampoco a la idea de unas relaciones con la OTAN que ¡mpliquen a plazo la exclusión de EE UU de la defensa y de la cooperación en Europa, tal como reivindican algunos sectores en Moscú. Las relaciones deben ser también equilibradas, añadían las fuentes de la Alianza: no puede intensificarse las consultas de un lado y rechazar la cooperación política del otro, añadían.

'Halcones' rusos

Los representantes de los 16 países aliados coinciden en un aspecto con ciertos halcones rusos: no tienen prisa alguna en resolver la dificil modulación de las relaciones con Moscú, pues saben que el tiempo actúa a su favor, dando márgenes para el estrechamiento de las relaciones a los otros socios de la APP. Parece claro, sin embargo, que el acortamiento de distancias que se produjo ayer entre las posiciones rusa y atlántica no se reducirá sustancialmente hasta el Consejo Atlántico que se reunirá en Istambul a principios de junio. Allí no estará Grachov, representante hasta ayer de la posición dura del grupo de presión militar, sino el ministro de Exteriores, Andréi Kózirev, más político y cooperante con Occidente.

La reunión de Estanbul dará lugar, probablemente, a un comunicado final conjunto rusoatlántico o a una declaración final de la OTAN en la que se reconocerán todas las peculiaridades de las relaciones especiales. "Será una señal clara dirigida a Moscú", aseguraron fuentes atlánticas, que rechazaron la aceptación de un protocolo, tratado o anejo a la Asociación para la Paz que dé carácter jurídico a la especificidad rusa.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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