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Una gasolinera clandestina vendía combustible barato a los taxistas

Antonio Jiménez Barca

La Policía Municipal descubrió ayer un depósito clandestino de casi 3.000 litros de gasóleo que era utilizado frecuentemente por taxistas para abastecerse de combustible.El depósito se encontraba en un taller de reparación de coches -cuyo propietario, Juan de Dios M. R., ha pasado ya a disposición judicial- situado en la calle de Picos de Europa, 25, en el distrito de Vallecas.

El dueño del taller era además copropietario de una veintena de taxis, aunque la policía asegura que no tiene los papeles en regla de ninguno.

Según la policía, que llevaba tres meses trabajando en la operación para descubrir el depósito clandestino, el gasóleo descubierto es el empleado normalmente para tractores y para calefacciones. Este tipo de combustible resulta mucho más barato y además está subvencionado por el Estado.

El taller, que según la policía funcionaba desde hace un año, compraba el litro de este gasóleo a un precio aproximado de 40 pesetas y lo vendía a los taxistas a 80. El precio normal del litro de gasóleo en las gasolineras es de 84 pesetas aproximadamente.

Comprobación

La policía asegura que alrededor de 25 taxistas acudían cada día al taller de Juan de Dios para repostar combustible. Entre éstos hay que contar los de propiedad del mismo "y algunos más", según afirmó ayer un portavoz policial.

Este periódico pudo comprobar ayer cómo, desde las 14.30 a 16.00, cuatro taxis libres se dirigieron al taller por la calle de Picos de Europa -una calle no muy concurrida, por otra parte- y, al encontrar el establecimiento cerrado, siguieron su camino sin detenerse siquiera a preguntar.

Uno de los taxistas, incluso, al ver alrededor de la puerta de entrada del taller las cámaras de televisión que habían acudido a cubrir la noticia hizo un gesto con la mano y apretó el acelerador.

El taller ha quedado cerrado mientras la policía analiza la procedencia y la composición del gasóleo descubierto, que ha quedado almacenado en el taller.

"Los bomberos, que estuvieron ayer allí, estudiaron el lugar por si había algún peligro y no lo encontraron", contó ayer el citado portavoz.

En el bar cercano al taller, la gente comentaba el caso, la aparición de la policía y los bomberos, pero nadie parecía saber que ahí se distribuía gasóleo fraudulentamente.

"Como era un taller mecánico, pues era normal que fueran bastantes taxistas a reparar el coche", comentaba uno de los vecinos.

Sin embargo, Alejandro González, de 57 años, que trabaja cerca del depósito, dijo: "Pues claro que se sabía", comentó, "siempre había taxis por aquí; pero nadie quiere ni quería decir nada, ¡allá películas de cada uno!", añadió.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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