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Un 'sprinter' vence en los Lagos

Sorprendente victoria de Jalabert (la sexta), y Delgado supera a Zülle en la general

Carlos Arribas

Después de la batalla entre la niebla todos los contendientes estaban contentos. Bueno, todos no. Roberto Torres maldecía el patinazo de una moto de la guardia civil delante de sus narices, cuando arrancaba con el último aliento para arrebatarle la etapa a Jalabert. Pero los demás, los que han hecho esta Vuelta, estaban contentos. ¡Menuda batalla entre la niebla! Cada uno obtuvo el botín que buscaba. Y cada uno desaprovechó una oportunidad.El líder, Tony Rominger, lucha por crearse su propio mito en esta Vuelta. Una victoria apabullante en una etapa tan leída como la de los Lagos habría disparado su valoración. Aunque todos la esperaran. El ONCE, que a fin de cuentas se llevó la etapa, perdió un puesto en el podio. El Banesto, que colocó a dos de los suyos, Zarrabeitia y Delgado, entre los tres primeros de la general, no pudo ganar la etapa. Entre el conformismo -cada uno a lo suyo, y si no molestamos a los otros, mejor- ganó un sprinter entre la niebla. Nadie buscó tocar en un terreno que hiciera cosquillas a los enemigos. El día grande, en un puerto habituado a que en él ganaran quienes se baten el cobre por la general, se resolvió con el sexto triunfo de Jalabert y el asalto del Banesto al podio. Y Rominger que ya manda a Zarrabeitia más allá de la frontera de los cinco minutos.

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"Más vale un triunfo en los Lagos que un puesto en el podio", decía por la mañana Manolo Sáiz, director del ONCE. "Y si los ataques de los míos para ganar la etapa hacen daño a Zülle, pues lo siento. Me da lo mismo que acabe segundo o que acabe décimo". Mínguez, director del Banesto, también explicaba lo suyo. "Cómo vamos a ir a ganar la etapa. Ya has visto lo que ha hecho Rominger al final: dejarlos a todos por detrás". "¿Para qué más etapas?", decía un inusualmente conformista Rominger. "Cinco ya son suficiente. Yo me he conformado con seguir rueda e ir cómodo controlando a los demás".

Que un sprinter gane en los Lagos no desvirtúa la etapa, sino que prestigia al ganador. No es moco de pavo conseguir una media cercana a los 40 por hora. Una fuga de 14 consentida llegó a pie de puerto con casi seis minutos. No mucho, pero suficiente. Esos seis minutos a otros se les quedaron en nada, pero a Jalabert le sobraron tres. El corredor francés, además, no fue de oportunista, sino de fuerte. Marcó su propio ritmo de escalada. Sólo le aguantó Torres. Y una moto le aseguró más la victoria.

La fuga fue consentida, pero por detrás se desarrolló un bonito juego táctico. El Banesto marcó el ritmo. No tan fuerte como para acabar con la escapada y abrir el apetito al ogro Rominger, pero tampoco tan flojo como para que lo pudiera aguantar cualquiera. Hecha la selección, se entró en un guión ya habitual en esta Vuelta.: habitual ataque de Rincón -el gran favorito para la etapa- y habitual puesta a rueda de los de siempre: Rominger, Zarrabeitia, Zülle y Delgado. Nuevo ataque colombiano, y alguno que flaquea. Contraataque de Zarrabeitia -fuerte y mantenido, con fuerza, una vez recuperado del mal día de la Demanda- y un cambio: Zülle se queda. El joven suizo., la gran espera a contra Rominger, no se recupera en la última semana, como estaba previsto por su planificador. Cada día que pasa es una agonía. Ningún movimiento, en la retaguardia puso en peligro a la vanguardia de Jalabert. Y entre medias la figura de Delgado. Otra vez maestro, otra vez inteligente. Cubrió las espaldas a su compañero Zarrabeitia. Y cuando vio que no estaría mal dejar a Zülle un poco más tirado, lo hizo. Otro para el podio.

Leblanc y mecánicos

El francés Luc Leblanc, el hombre que cedió el maillot amarillo del Tour a Miguel Induráin en 1991, no las tenía todas consigo. Ni siquiera ve factible conseguir al final de la Vuelta el maillot blanco de la montaña que luce por delegación del líder, Tony Rominger. "Yo sólo estoy aquí para intentar volver a alcanzar un nivel internaciona1% cuenta Leblanc, de 28 años y casado con una madrileña. "He pasado un último año malísimo por culpa de una rodilla, de la que me he tenido que operar un par de veces".Esta Vuelta está siendo la del reencuentro, para el ligero escalador francés. Sufre todos los días. Más de una etapa ha tenido que ser infiltrado en la rodilla. Pero él no ceja. Se vacía en las contrarreloj y aguanta hasta el límite en la montaña. Aunque la inicie con pocos ánimos.

Ayer, antes de la salida en Santander, estaba sulfurado. "un 42, ¿cómo me montan un 42?", le gritaba a su mecánico. 42 es el número de dientes que llevaba el plato pequeño que le habían colocado en su bicicleta. Eso da lugar a un desarrollo bestial, sólo apto para las piernas de Rominger y gente así. Mínguez, que contemplaba la escena, se reía. "Si tienes buenas piernas, puedes con él. Además, si quieres ganar, lo vas a necesitar para poder seguir a Rincón", le decía con media carcajada el director del Banesto. Leblanc seguía con la mosca detrás de la oreja y tuvo que consultar con el oráculo. Hasta que Echávarri no le confirmó que un 39 iba muy bien no respiró tranquilo el francés.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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