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"He venido a dar brevitas con hielo"

Francisco Peregil

Rafá Amador tiene tres hijos y 33 años, el Cristo de la Muerte colgado al pecho, una pulsera de hojalata por la que le robaron 3.000 pesetas, algunos discos grabados, un pasado fresco del que deshacerse y un futuro muy incierto sin drogas que intenta ganar a base de canciones y yogures. Desde que hace cuatro años abandonara el grupo su hermano, el guitarrista Raimundo Amador, Rafa sólo ha cantado de forma esporádica en algunos escenarios.Con su sombrero, estilo La naranja mecánica, y la guitarra que lleva a todas partes, aterrizaron en Madrid canciones de Lorca, de Kiko Veneno y de algunos otros.

"Si tú te vas, yo me quedo en Sevilla hasta el final, vente pacá y déjate de frío", o bien: "Yo tengo una pena loca, y es que canto por bulería pa que me partan la boca". Frases como ésas quedarán por mucho tiempo en el subconsciente musical de muchos jóvenes, gracias a Pata Negra. Anoche, alejado de todo eso, su voz golfa sobrevoló por los focos de la sala Universal Sur. Eso es la droga, pero en ningún momento la menciona.

Con ustedes, el vocalista de Pata Negra:

"He llegado a Madrid -ayer- en el AVE, a las once y media, con mi hijo Luis, que tiene once años, y hemos ido a casa de mi compadre, el dentista Bernabé, porque el niño tiene unas muelas picadas. Ahora estoy muy bien, pero para dejar todo eso he tenido que pasar de muchos amigos, eso es duro. Ahora me estoy gastando unos tres talegos (tres mil pesetas) en yogures, y batidos, y cosas de esas. Hago gimnasia, tomo infusiones, y unos bañitos de agua caliente con espuma, que son estupendos. Me falta la masajista, que todavía no he encontrado ninguna, je, je.

He estado apartado del mundo de la música y a Tomatito, que actúa esta noche, tampoco lo veo desde hace mucho tiempo. Yo he estado en Sevilla con mis ratos y mi ratas. En proporción lo he pasado mal, porque cuando estás con eso tú crees que te diviertes, pero cuando las cosas te aprietan estás loco por morirte para no darle la lata a nadie.

¿Esta pulsera dices? Bueno, pagué por ella tres mil pesetas, y me la clavaron. Y el cristo este, el de los lejías (legionarios) lo llevo, porque, como soy un poco pasota, no me voy a poner el del Gran Poder.

¿Que por qué vuelvo? Pues porque es mi deber, no ya por mí, sino por la gente, que quería escucharme y me paraba y me preguntaba: '¿Pero cuándo nos vas a dar brevas con hielo. Y a eso he venido, a dar brevitas con hielo".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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