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Yeltsin logra que se firme un acuerdo social aunque con importantes ausencias

El presidente ruso, Borís Yeltsin, obtuvo ayer una victoria, cuando menos propagandística, al lograr que se firmara en la fecha prevista el acuerdo social, a pesar de que no lo suscribieron los comunistas ni algunos sindicatos importantes. Aunque estas ausencias ponen en duda la viabilidad del documento, Yeltsin consiguió transmitir al país su voluntad de paz social y, al aparecer en el Kremlin flanqueado por los jefes del Parlamento, del Gobierno y de la Iglesia ortodoxa, dar la impresión de dirigir un país cuya élite política y religiosa está dispuesta a dejar de lado sus diferencias.

La ceremonia se realizó con gran pompa, en la lujosa sala de San Jorge en el Kremlin, con la presencia de decenas de sindicatos, de los jefes de las provincias y repúblicas que forman la Federación, de los líderes de todas las religiones del país y, por supuesto, representantes del Gobierno, del Parlamento y de la Justicia.Yeltsin definió el acuerdo social como un "acontecimiento de importancia histórica, que tiene como objetivo garantizar la paz civil en Rusia". "Casi ocho décadas atrás sucedió una terrible tragedia, que lanzó a Rusia a la vorágine de la guerra civil", dijo el presidente, que luego pasó revista a los otros hechos sangrientos ocurridos en la historia rusa, empezando por el genocidio de los cosacos y la colectivización forzosa del agro, y terminando con el enfrentamiento de octubre del año pasado.

El texto firmado ayer establece una serie de garantías para lograr la estabilidad de la sociedad. consensuar las modificaciones a la Constitución, no iniciar campañas para lograr elecciones anticipadas y renunciar a solucionar los conflictos por la fuerza. Además, se prevé la creación de una comisión conciliadora, con lo que, según Yeltsin, "por primera vez en Rusia funcionará un mecanismo que permitirá no llevar las contradicciones políticas a una agudeza extrema, sino solucionarlas en sus fases tempranas". "Rusia posee una alternativa al enfrentamiento y debemos defenderla", señaló Yeltsin, insistiendo en que no desea que "los combates verbales sigan convirtiéndose en enfrentamientos callejeros".

Como era de esperar, firmaron el documento los partidos que tienen representantes en el Gobierno, como Opción de Rusia, que dirige el arquitecto de la reforma económica rusa, Yegor Gaidar, o el de la Unión y la Concordia, liderado por el actual ministro de Relaciones Interétnicas, Serguéi Shajrái. También anunció su firma, tras serias reticencias, el Partido Agrario.

Una firma por una sonrisa

El carismático líder ultranacionalista Vladímir Zhirinovski también suscribió el documento, a pesar de que el día anterior había asegurado que no lo haría. Verdad es que para Zhirinovski la firma del Acuerdo Social parece ser sólo un juego. "He venido a echar un vistazo. Si Yeltsin me sonríe, firmaré. Si no, no lo haré", declaró Zhirinovski a los periodistas poco antes de que comenzara la ceremonia.Yeltsin explicó que el documento tiene como objetivo garantizar la, "paz civil", pero el problema es que ninguna de las fuerzas con las que el Ejecutivo estuvo en guerra el año pasado ha firmado el Acuerdo Social.

Los que fueron cañoneados por orden de Yeltsin en el desaparecido Sóviet Supremo estuvieron ausentes de la pomposa ceremonia de ayer. Alexandr Rustskói, el ex vicepresidente del país, se pronunció categóricamente en contra del pacto propiciado por su enemigo. También lo hicieron las otras fuerzas que protagonizaron la rebelión de octubre: el Frente de Salvación Nacional, Rusia Obrera y la Unión de Oficiales.

Más importante es que, por el momento, el Partido Comunista que dirige Guennadi Ziugánov, el más organizado de la oposición, se ha negado a firmar. De los sindicatos, no firmó uno importantísimo: el de los mineros, la organización más combativa de los trabajadores, que no para de hacer huelgas en las minas del carbón.

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