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Jalabert se lleva el gato al agua

El francés del ONCE rompió la tiranía italiana en las llegadas masivas

Carlos Arribas

Baffi, no se agobió y entró con todas sus fuerzas. "Hay que ser paciente", dijo Jalabert y le ganó. Una etapa calurosa con un buen nivel táctico terminó en un elogio del trabajo en equipo y de la inteligencia. La tiranía italiana en las llegadas masivas se vio rota. por la irrupción del francés mimado. Y sin accidentes.El nivel táctico lo puso el TVM con un impresionante despliegue de fuerzas en los últimos kilómetros. Historia de cansar a los demás y de que cuando su joya rápida, el danés Skibby, saliera como una flecha en el último kilómetro nadie pudiera seguirle. No contaban con el miedo.

.Rominger había sufrido el día anterior un pinchazo en el último kilómetro y las pasó canutas hasta que estuvo seguro de que no sería penalizado aunque llegara descolgado. Ayer temía a los pinchazos y al callejeo cacereño. Así que ni corto ni perezoso se puso el primero. Y todo el pelotón en fila india. Nerviosos, los ONCE para arriba se lanzaron -comandados por su líder, Zülle-, nerviosos, adelante se fueron los Banesto, con Marino intentando escaparse. Todo el trabajo de los equipos de sprinters, al garete. Y el ONCE que aprovechó y lanzó a Jalabert.

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Inteligencia la de Jalabert. Se sabía muy bien la llegada, la cuesta engañosa que llevaba a meta. La cuesta que engañó a Edo, que salió demasiado pronto, salida que hizo picar a Baffi; la cuesta que le hizo ganar a Jalabert, que se puso a rueda del italiano para superarle en su desfondamiento. "Hay que tener paciencia", repitió Jalabert.

Rominger ha cambiado. Antaño huraño y recluido -no salía de su roulotte en la hora previa a la partida-, ahora parece una estrella de cine. Le encanta que le vean sonriente, firmando autógrafos y haciéndose fotos. Se le ve muy seguro de sí mismo.

"Puede que esté un poco autosuficiente y eso que le funciona perfectamente la cabeza", dice Javier Mínguez, director del Banesto. "Pero es porque puede, es normal. Pero que tenga cuidado. El sentirse crecido es tan malo como tener dudas. Cuando se tiene exceso de confianza, ésta se convierte en uno de sus enemigos. Eso es, por lo menos, una de nuestras esperanzas. ¿Las otras?, las otras son inconfesables".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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