_
_
_
_

a 'Rusia imposible' de Borís Yeltsing bjeto del nuevo libro de Pilar Bonet

"La gran pregunta es si los reformistas que intentan hacerse hueco entre los cuadros del viejo aparato comunista podrán crear un régimen moderno y democrático o si no podrán superar los esquemas obsoletos de la URSS". La corresponsal de EL PAÍS en Moscú, Pilar Bonet, resume así su preocupación ante el futuro del mayor país del mundo, al que ha dedicado 10 años de su vida profesional, y cuya transición política es objeto de su último libro, La Rusia imposible, editado por EL PAÍS-Aguilar en su colección El Nuevo Siglo y presentado ayer por el consejero delegado del Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián.

Para explicar la pasta periodística de la que está hecha Pilar Bonet, Cebrián contó ayer cómo, en 1987, el subdirector de The New York Times le mostró, escéptico, una portada de EL PMS en la que la autora de La Rusia imposible daba la noticia, en exclusiva mundial, de que Borís Yeltsin había sido destituido como jefe del partido comunista en Moscú. La noticia se confirmó días después.

Bonet ha asumido desde entonces, con rigor extremo, muchos otros retos profesionales. El último,, el de este libro, es internarse en el farragoso mundo de la provincia rusa, del microcrosmos de los Urales, en la frontera entre Asia y Europa, para explicar los mecanismos de poder en la antigua URSS y, escarbando en los archivos, efectuando unas 60 entrevistas, explicar cómo se da el gran salto hacia el poder con mayúsculas, el del Kremlin.

La Rusia imposible comenzó a hacerse realidad en 1992, durante una estancia de nueve meses de Bonet como investigadora en el Instituto Kerman de Washington para Estudios Avanzados sobre Rusia, pero se completó con un trabajo minucioso efectuado en Yekaterinburgo y otros puntos de la provincia rusa de SverdIovsk, donde Yeltsin fue máximo dirigente comunista antes de dar el salto a Moscú, y donde el hoy presidente ruso reclutó a sus principales colaboradores.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"Este libro", destacó Cebrián, "genera muchas reflexiones sobre cómo la transición se hace en algunos países por suicidios e incluso por traiciones políticas" de los dirigentes del antiguo régimen, falangistas en España o miembros del PRI en México, por ejemplo. Así, añadió, la nueva Rusia ha sido construida por excomunistas que han renunciado a sus principios, aunque en ocasiones terminen cayendo en algunos de los viejos defectos. "Yeltsin no es el único protagonista", señaló ayer Pilar Bonet, "sino que es la suma de elementos diversos, de claves de la transición y el cambio de sistema político".

El libro se estructura en tres partes: el microcosmos comunista en el SverdIovsk que dirigió Yeltsin entre 1976 y 1985; la victoria de la provincia pujante y renovadora sobre la URSS que, aunque en transición, todavía representaba Mijafi Gorbachov (1986-1991); y el nuevo estancamiento (a partir' de 1992), cuando los provincianos, instalados en el Kremlin, rota ya la URSS, fueron incapaces de dinamizar a la sociedad y reprodujeron patrones de dirección que, en teoría, tendrían que haber eliminado. El libro contesta a muchas preguntas pero, como Rusia es un mundo, o varios, y los rusos tienen en sus manos su propio futuro, deja muchas otras abiertas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_