A la francesa
Para sobrevivir en Madrid (y en Rodrigatos de Obispalía, aldea cazurra) hay que conocer el arte de la fuga, especialmente por la noche. Pero toda escapada, por juiciosa que parezca, tiene su punto canalla: quien huye, algo teme. Una dama o un caballero jamás ponen pies en polvorosa, jamás toman las de Villadiego sin despedirse.Ante una cuadrilla de bellacos, más vale por los pies que por las manos; de eso no cabe duda. Pero, incluso con los rufianes, salir de estampía tiene riesgo: es más práctico escabullirse como un fantasma, no vaya a ser que ellos corran más. A los facinerosos no hay que cumplimentarlos, sino darles esquinazo y poner tierra por medio sin protocolo alguno.
¿Cuándo hay que zafarse de la noche? Cuando se empieza a marear la perdiz: perdiz que vuela no cae en cazuela. Y eso no es falta de educación: pájaro que vuela no hace daño. ¿Cómo hay que ausentarse de la noche? A la francesa. Los gabachos han enseñado al mundo una forma exquisita de despedida que consiste en evaporarse discretamente sin decir ni pío, sin que se enteren las sombras, sin dar el cante, por arte de magia. En ocasiones, no queda más remedio que esgrimir leves estratagemas: voy al lavabo a verme el pito (salir pitando); voy a tomar un bocata (bocata y fuga). Y si te he visto no me acuerdo.
Cristóbal G., ciudadano muy cortés pero algo cimarrón y noctambulario, siempre se despide alegando que le espera una novia gála a quien nadie ha visto jamás. Cherchez lafemme. ¿A quién vas a ver, colega? "A la francesa". ¿Y cómo es ella? "Pequeñina". Pero todo el mundo sabe que una gala pequeña es una gal-lina. Es así como sus conocidos han llegado a la conclusión de que Cristóbal huye porque es un cobarde, un gallina, cosa que a él no se le ocurre desmentir. Es más, en su cinismo, ha llegado a decir que la chica se llama Michelle y que ha compuesto una canción en su honor: "Michelle, ma belle, son des mots qui vont trés bien ensemble". Cristóbal es un escarabajo.
Le ha salido el tiro por la culata, porque ahora, en cuanto le ven escurrirse como un puta, sus amigos le despiden a voz en grito para que se entere todo el mundo: "Allons enfants de la patrie!" y él se esfuma con el rabo entre las piernas.
Cuando a usted le abrumen los compromisos, el sueño o el aburrimiento, no dude en inventarse a una francesa vaporosa y sutil, y gozar de sus encantos. Au revoir!
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