Los mil problemas de la sede palestina en Jericó
La acordada remodelación por España del palacete de Hisam parece descartada
El proyecto más emblemático de la cooperación española en Oriente Próximo hace aguas. Aún en plena euforia tras la firma de la paz con Israel, el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, pidió en septiembre al embajador de España en Túnez, Fernando Arias-Salgado, que fuese la cooperación española la que remodelase el palacete de Hisam, en Jericó, que tenía la intención de convertir en la sede de su Gobierno autónomo y en su residencia particular. Arafat, se rumoreaba entonces, se instalaría allí a principios de enero. Han pasado más de tres meses desde entonces y ni Abu Amar, como llaman sus seguidores al líder palestino, va, por ahora, a cruzar el Jordán ni siquiera la OLP ha firmado el acuerdo de alquiler y remodelación con el propietario palestino del edificio, Rajai Abdo, que se lamenta a diario de la informalidad de sus interlocutores, con los que lleva negociando seis meses.
"Esto está tan estancado como el proceso de paz", comenta un diplomático español encargado del seguimiento del asunto. Para intentar, entre otras cosas, solventar el escollo, mañana, jueves, viaja a Israel el secretario de Estado de Cooperación Internacional, José Luis Dicenta. En su entorno, sin embargo, nadie se hace ilusiones. Y eso que el Ministerio de Exteriores estuvo dispuesto a desbloquear de entrada 65 millones de pesetas para el proyecto, que llevarían a cabo arquitectos españoles, y a añadir después otros 195 millones.
En noviembre, Abdo echó las campanas al vuelo. Coincidiendo con la visita de los reyes de España a Israel anunció a la prensa la inminente firma con la OLP de un contrato de alquiler por cinco años de su palacete, construido en 1947 en las afueras de Jericó. El importe anual era de 9,8 millones de pesetas.
Las 70 habitaciones del hotel Hisam iban a ser transformadas, según el proyecto español, en 25 despachos y salas de reunión y tres suites, una de ellas para Arafat y otras dos para los huéspedes ilustres de la autonomía palestina. El edificio, situado donde estuvo la residencia de invierno de los califas de la dinastía Omeya, está además agrietado y sus cimientos deben ser afianzados. La inversión es de tal calibre que la OLP quería tener una opción de compra cuando expirase el contrato.
"Esto sería un acuerdo injusto", declaraba la semana. pasada Abdo al diario norteamericano The Wall Street Journal, convencido, probablemente, de que dentro de unos años le sacará más partido con los turistas que acudan a bañarse en el mar Muerto. Abdo no para de quejarse: ha vendido los muebles del hotel, porque la OLP le indicó que lo quería redecorar; no acoge ya huéspedes, pero tampoco cobra alquiler y durante la negociación ha renunciado incluso a estudiar otras ofertas de inversores para remodelar su establecimiento.
"Ante lo sucedido", explica un colaborador de Dicenta, "la OLP quiere ahora comprar un terreno de 5.000 metros cuadrados en la periferia de Jericó y proponernos que construyamos un edificio nuevo". "Creo que vamos a aceptar porque sale más barato, y además", ironiza, "aunque tardemos en edificarlo siempre acabaremos antes de que llegue Arafat".
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