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Tribuna
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El Jefe

Jorge M. Reverte

O sea, que lo de la cabeza de Leguina. a cambio de la danza de los siete velos de Alfonso Guerra es un invento de los cronistas. Felipe González cosió el congreso del PSOE de modo que quienes querían confiar en él salieron diciendo que había una negociación que sacrificaba algunas cabezas , pero que, a largo plazo, suponía el comienzo del fin del guerrismo, el triunfo del felipismo.Unas pocas semanas han bastado para echar por tierra la interpretación que consolaba a los renovadores: el PSOE se rompe en Andalucía, en Cantabria y en tantos otros sitios. La cabeza de Leguina ya no está segura ni en Madrid. La cabeza de Felipe es la única que parece no tener el precio puesto en los carteles de "se busca" a la puerta de los salones.

Es decir, que Felipe ha ganado el congreso del partido socialista, pero lo han perdido todos los que se llaman felipistas, denominación a la que se acogen renovadores y otros que no lo son tanto.

Entonces, ¿Felipe no controla el partido socialista? Cabe también la otra interpretación: Felipe controla el partido socialista, y ha montado una operación que le garantiza el mando eterno sobre sus huestes, aunque estas huestes no sean las que más entusiasmo le provoquen, aunque estas huestes hayan tendido una emboscada tras otra a los de Felipe.

Tranquilidad. Felipe sabe lo que se hace. Tranquilidad, Felipe no es ningún chiquilicuatre que no sepa por dónde se mueve y con quién trata. Felipe domina el partido, se sabe de memoria sus resortes. Felipe comulga tanto con el partido que el partido le tiene cogido por donde más puede doler. Felipe se ha hecho jefe de los renovadores para hacerlos integradores. Felipe puede ser el jefe natural de los que sobrevivan. Si los guerristas ganan, los hará felipistas.

Tranquilidad, Felipe es también el jefe de los guerristas. Es terrible pensar que Felipe se haya equivocado.

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