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Entrevista:

"Es importante que caiga la e idolatría al becerro de oro"

No quiere ponerle una penitencia a los socialistas porque "antes tendrían que confesarse". Pero Elías Yanes sí les pide, a los socialistas y a todo gobernante, que no separen moral pública y privada porque "ésa es una hipocresía inaceptable"

Vive con austeridad. A sus 66 años, su tierra prometida ya no es su tierra natal, Canarias, sino "la amistad". Confía en el diálogo. No pidió cuestionario previo para esta entrevista.Pregunta. La corrupción, el enriquecimiento privado en los cargos públicos, ¿es la mayor de las inmoralidades políticas?

Respuesta. Es una de las conductas inmorales graves. Los casos de los que ha habido información pública en los últimos años son tan elevados en su número y lo suficientemente importantes como para que constituyan un verdadero motivo de preocupación para la sociedad.

P. ¿A usted le preocupa que la crítica a la actuación de los políticos se deslice hacia la descalificación de la democracia?

R. De la democracia y de la figura del político. Me resisto a que de esos casos se hagan juicios globales que se extiendan a todas las personas con responsabilidades públicas. La sociedad necesita que uno de los servicios que le preste el político sea el servicio de su prestigio. A quien ocupa un puesto de responsabilidad no sólo se le pide una gestión correcta, sino que la haga de tal suerte que tenga una ejemplaridad moral. La situación a que hemos llegado nos obliga a todos a recapacitar y a ver cómo se puede corregir.

P. ¿Cree que está empezando una catarsis?

R. Percibo que la situación nos está obligando a todos a reflexionar. Y a poner en cuestión opciones y preferencias que se daban por indiscutibles hace unos años. Es importante que haya un diálogo social que nos ayude a todos a aclararnos.

P. ¿Está empezando a caer el becerro de oro?

R. Se están cayendo muchas cosas. Es importante que entre las cosas que caigan esté la idolatría al becerro de oro. Es un error pensar que para ser feliz hay que tener mucho dinero, y que se puede ganar por cualquier procedimiento.

P. Usted dijo en una ocasión que, desde un punto de vista religioso, difícilmente hay paz si no hay perdón. Llevado a la política, ¿cabría decir que los socialistas están mostrando que entre ellos no hay perdón, y, por tanto, difícilmente va a ser ya posible entre ellos la paz?

R. Sobre un partido no quiero opinar. Es un problema que tienen que resolver ellos.

P. Es un principio que, como tal, podría usted considerar que es aplicable a la política...

R. Yo creo que es válido para cualquier grupo humano.

P. Si los socialistas se hubieran confesado en su último congreso, ¿les hubiera podido ir mejor?

R. Es un poco difícil predecir la reacción de la sociedad. La preocupación que aparece con frecuencia en quienes tienen puestos de responsabilidad pública es por mostrar un determinado perfil de lo que piensan, de lo que creen, que no siempre coincide con lo que hay en la realidad. Ese predominio de la imagen lleva el riesgo de que no sea la verdad la que predomina en la comunicación. Y dificulta la transparencia y una convivencia constructiva.

P. Si uno de los actuales gobernantes le pidiera consejo desde la perspectiva de una moral cívica, ¿usted qué le diría?

R. Yo creo que hace falta llevar al ánimo de quienes tienen responsabilidades, y a la opinión pública, la idea de que puede haber unas exigencias éticas fundadas en el reconocimiento de la dignidad de la persona, aun cuando no se explicite una motivación religiosa. A mí me parece muy destructiva la corriente que se ha divulgado en determinados momentos, ahora ya un poco pasados, de hacer mofa de valores morales. Y en esto me parece inaceptable la separación que algunos quieren establecer entre moral pública y moral privada. Ésa es una hipocresía inaceptable. Hoy, creo que hay ya una cierta tendencia social por recuperar valores morales, tanto del ámbito político como del económico; la solidaridad...

P. ¿Los partidos han coincidido en los últimos años con la Iglesia en que hay una serie de valores que pueden ser comunes a cualquier ideología?

R. Sí he creído percibir que se va reconociendo cada vez más que el mensaje moral que la Iglesia presenta tiene también especial importancia para la vida política y que los propios políticos lo valoran como algo positivo. Ha habido un avance en cuanto a superar una visión un tanto sectaria y arcaica.

P. ¿Qué penitencia les pondría a los socialistas? ¿Les mandaría a la oposición?.

R. Hay que esperar a que se confiesen, je, je.

P. ¿Los demás partidos están limpios para tirar la primera piedra?

R. Los veinte siglos de experiencia cristiana nos obligan a ser muy cautos y a pensar que todos, en grado mayor o menor, somos pecadores y necesitamos el perdón y la confesión. El dividir a los hombres en buenos y malos sólo lo puede hacer Dios.

P. ¿A usted le resulta indiferente que gobiernen socialistas o populares?

R. Yo tengo que juzgar por los programas que tienen, aunque tampoco es un criterio definitivo, porque luego no siempre hay voluntad de ser fieles al programa. Ahora no quiero hacer ninguna valoración que pueda ser interpretada como apoyo político a un sector u otro. Que la responsabilidad la asuma el que deposita su voto.

P. Alguna persona de gran relieve en la Conferencia Episcopal ayudó a la refundación del PP. ¿Usted habría hecho lo mismo?

R. Yo no tengo noticia de ese tipo de apoyos. Yo no me siento llamado a ese tipo de tareas.

P. A los dirigentes políticos que se rodean de miembros del Opus Dei, ¿les felicitaría o les recomendaría un equilibrio en las influencias de su entorno?

R. Independientemente del Opus, una de las líneas de actuación de los obispos españoles es pedir a los católicos que no reduzcan su responsabilidad como cristianos al ámbito de la vida privada, sino que se impliquen también en la vida social y en la vida política, y que eso se haga respetando los valores evangélicos. No estamos a favor del absentismo en la vida pública, pero tampoco a favor del dirigismo.

P. Después de haber contemplado cómo en Italia la Democracia Cristiana, reiteradamente apoyada por la Iglesia en vísperas electorales, se hunde, en parte por salpicarle la corrupción, ¿qué conclusiones ha sacado?

R. A pesar de todos los fenómenos de corrupción, con todas las críticas que ha merecido, hay que reconocer a la Democracia Cristiana que ha sido el baluarte que ha impedido que Italia fuese un país comunista. Con eso se han ahorrado una guerra civil. Ese es un mérito que hay que reconocer. Eso es. lo que explica todos los apoyos que en su día le dieron los eclesiásticos, incluso la Santa Sede.

P. En su reciente viaje a los países bálticos, el Papa dijo que el comunismo tenía "semillas de verdad".

R. Eso se ha venido diciendo desde que comenzó la crítica de los católicos al sistema marxista. Pero esos elementos válidos no anulan los elementos negativos, que ya señaló Pío XI en los años treinta y que lo que va de siglo ha demostrado. sobradamente. Y nunca desde León XIII hasta ahora han faltado críticas severas al sistema capitalista. Hoy, además, los problemas se plantean a escala europea, a escala mundial. Eso obliga a hacer juicios más matizados. Lo que hoy más preocupa es la solidaridad Norte-Sur y la solidaridad entre los países del Este y del Oeste.

P. En enero, un obispo dijo que si él fuera un empleado se habría sumado a la huelga. ¿Compartió esa inclinación?

R. No sé lo que haría... Entre los factores que contribuyeron a la convocatoria de la huelga estuvo un sentimiento de protesta por la situación económica y la preocupación por lo que supone el paro para millones de españoles. El que eso se haga patente a la sociedad es lo que explica que por nuestra parte dejemos entrever nuestra solidaridad con esa preocupación.

P. La Conferencia Episcopal ha sido crítica, en sus documentos, con la política económica del Gobierno, ha señalado que la reforma laboral ahonda la división en la sociedad. Incluso ha dicho recientemente que las multinacionales dictan las políticas económicas y contribuyen a precarizar el empleo.

R. Es un elemento más a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones, y a la hora de elaborar juicios.

P. ¿Qué cree que haría hoy Jesucristo?

R. ¡No me llega la imaginación para tanto!

P. El Papa, en su última visita a España, exhortó a los empresarios y a los sindicatos a que se dejaran de corporativismos y se sentaran a negociar en una mesa.

"Es improtante que caiga la idolatría del becerro de oro"

R. Nuestra tesis ha sido la del llamamiento a los agentes de la vida económica a no reducir sus planteamientos a salvar los beneficios empresariales, a no reducirlo todo exclusivamente a la mecánica del mercado, y a reclamar una solidaridad que quizá exija sacrificios de todos.P. Las estrictas instrucciones contra la planificación familiar ¿no cree que favorecen la hipocresía de asentir en público y luego hacer en privado cada cual lo que le conviene?

R. La enseñanza moral de la Iglesia tiene una orientación, lo cual no impide que luego muchos cristianos no lleven a la práctica esa orientación. El que esa conducta sea inconsecuente no invalida la orientación moral. La fuente de la moralidad no está en la media estadística de la conducta que la gente tiene.

P. Hace pocas semanas, un tetrapléjico que lleva 25 años postrado en la cama pidió que se le aplicara la eutanasia. Imagínese que le tiene en este momento delante. ¿Qué le dice?

R. Yo le animo a asumir su situación y a sobrellevarla con espíritu cristiano.

P. Aunque él le pida libremente morir.

R. Si es una persona libre, con mayor razón, porque quiere decir que tiene capacidad de evolucionar, de asumir responsablemente su situación. Es un error pensar que a una persona que es libre, la ayudamos cuando le rebajamos la exigencia moral.

P. ¿Y qué piensa cuando un hombre condena a otro hombre a la pena de muerte?

R. Soy opuesto a la pena de muerte. Creo que la sociedad no progresa de verdad en valores humanos si no defiende jurídicamente la vida humana. Es muy peligroso admitir excepciones con ese derecho. El reconocimiento de la dignidad humana lleva cada vez por una lógica más fuerte a que no admitamos ninguna excepción, por dramática que sea, cuando se trata de defender vidas humanas. Por eso la eutanasia me parece un retroceso.

P. Imagínese ahora que ejerce su cargo en Andalucía. ¿Daría cobijo a los inmigrantes ilegales que llegan en una patera huyendo de la pobreza?

R. Probablemente sí. El problema de la inmigración vamos a estudiarlo en la próxima reunión de la Conferencia Episcopal. Nosotros nos inclinamos a hacer todo lo posible por acoger a la gente, aunque sea a costa de que tengamos una situación menos cómoda o grata. La inmigración del Sur al Norte probablemente sea uno de los grandes problemas del siglo XXI. Tenemos que hacer el esfuerzo por preparar a nuestros conciudadanos para encajar esa situación. Debemos estar predispuestos a tender la mano a quien se está ahogando.

P. ¿Cuál es su tierra prometida?

R. Donde estoy. Yo estoy muy a gusto donde estoy.

P. ¿Qué le hace sentirse en la gloria?

R. La amistad.

P. ¿Usted es de los que ha contribuido a convertir en superventas el gregoriano de Santo Domingo de Silos?

R. No, je, je. Soy muy mal músico. Aunque me agrada mucho ese éxito.

P. ¿Sus vacaciones son sagradas?

R. Son vacaciones de lectura, de estudio, de oración. En ese sentido son sagradas.

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